𝘾 𝙤 𝙣 𝙨 𝙪 𝙢 𝙖 𝙘 𝙞 ó 𝙣

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No pasó mucho, cuando la puerta de la habitación fue abierta

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No pasó mucho, cuando la puerta de la habitación fue abierta. Kim Taehyung no había dado siquiera tres pasos cuando se detuvo al ver al hermoso y seductor ser que reposaba entre las sábanas blancas. A pasos lentos, se acercó a la cama mientras que con la mirada en deleite, recorría con sus palmas las largas piernas de Jungkook. Se detuvo en especial a admirar los gruesos muslos que prometían ser tan suaves como el resto de todo aquel delicado cuerpo.


Jungkook comenzaba a acelerar su respiración, sintiendo que se desmayaría al sentir como su esposo tomó sus piernas para comenzar un recorrido de besos por ellas. Sus manos rasposas que lo acariciaban lo hacían gemir con necesidad por más, pero de forma abrupta su esposo se detuvo.

—Precioso, ¿no llevas nada bajo el camisón?


El sonrojo en el rostro del doncel solo lo hizo verse más deseable a vista de Tae. Que sin soportarlo más unió sus labios con los del otro, ambos jadeando gustosos por volver a probar el sabor del otro. Estuvieron mucho rato besándose con pasión, hasta que los labios de Jungkook quedaron rojizos e hinchados. Entonces y con una mirada traviesa, su esposo retomó su tarea inicial de llenar sus piernas y muslos de caricias y besos. Sintió como la boca de su amante subía más y más, gimiendo con fuerza cuando le separó las piernas y lo hizo alzar un poco la cadera para lamer con su lengua su desesperada entrada.

—Mghm... oh, Tae...


Sus dedos buscaron aferrarse a las sábanas para soportar aquellas oleadas de placer que su esposo derretía sobre él al usar su lengua para complacerlo. Miró hacia abajo y fue aún más excitante todo, cuando vio la expresión de placer que tenía su hombre. No se contuvo de comenzar sus súplicas cuando sintió que no podía más.

—Esposo mío... ah... por favor, hazme tuyo...


Complaciente a su pedido, Tae regresó a besarlo, pero sustituyendo su boca por sus dedos en la entrada de su dulce esposo. El marino se separó de él para admirar sus expresiones y sollozos de placer, ordenando que no dejara de mirarle. Jungkook obedeció, sus manos recorrían los anchos hombros y los musculosos brazos.

—E-estás más g-grande...

—Los gajes de ser marino

—M-me gusta.


Vaya que sí. Amaba sentir como sus ágiles dedos lo estiraban y tocaban puntos en él que lo hacían retorcerse. Adoraba el peso de ese varonil cuerpo sobre el suyo, que jadeaba en su oído y dejaba escapar a ratos gemidos roncos. Lo vio alejarse de su cuerpo solo lo suficiente para desnudarse, y luego lo ayudó también a quitarse el camisón. Su mirada anhelante se volvió oscura mientras veía a Tae tocarse con la vista fija en él. Abrió sus lechosos muslos para recibirlo, sintiendo la punta de su miembro refregarse entre sus nalgas.

—Mmhhg... esposo mío... por favor...


Tae intentó ir lento mientras ingresaba en su esposo, siendo placentero y doloroso lo estrecho que era. No se movió, esperando porque Jungkook estuviera más acostumbrado a la intromisión. No espero mucho, antes de que el doncel pidiera por más. Las embestidas comenzaron, iba profundo y lento, disfrutando de arrancarle gemidos. Estuvo varios minutos en aquel juego, antes de subir la intensidad, embistiendo con rapidez y brutalidad, enloquecido por lo ruidoso y sensible que era su amante.

—Ooh, Tae... sigue... sigue...

—¿Te gusta, precioso? Claro que te gusta. Solo mira como tu entrada me aprieta para no dejarme ir.

—Si, Tae... mmhg...


Jungkook lloriqueo por el constante martilleo en su punto. No era consciente de cuánto tiempo llevaba gimiendo, pero el dolor en su garganta le hizo sospechar. Comenzó a gritar de placer cuando su esposo llevó sus muslos a descansar sobre sus hombros, pegandolos a su pecho para ir más profundo. El roce de su miembro con el abdomen duro del marino terminó por arrastrarlo al borde del delirio.

—Tae, no puedo... no puedo más...

—Correte precioso mio...


El doncel se vino sin dejar de decir el nombre de su esposo. Gimiendo mientras seguía siendo embestido en su orgasmo, suspirando al sentir la cálida esencia derramarse en su interior cuando el marino terminó.


Aún sin separarse, Tae los acomodo para recostarse de lado, y poder dormir de esa forma con sus extremidades enredadas entre ellas.

—Tae, te amo. Quiero que seas mio por siempre.

—Yo también te amo, mi bello Jungkook. Y soy todo tuyo. ¿Tu eres mio?

—¿Qué quieres de mi que sea tuyo?


Los brillantes ojos de Jungkook, que demandaban una buena respuesta a su pregunta, hicieron que Tae volviera a sentirse su esclavo, buscando complacerlo.

Tu cuerpo, tu mente, tu corazón, tu alma, y tus huesos. Quiero todo de ti.

Esposo mío, he sido tuyo siempre.


Y entre esas confesiones, los cansados amantes se entregaron al sueño.

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𝙄 𝙒𝙖𝙣𝙩 𝙔𝙤𝙪 𝙏𝙤 𝙏𝙝𝙚 𝘽𝙤𝙣𝙚. Taekook ꒰vol.1꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora