੭୧ . OO1 ֪

100 9 0
                                    

Un nuevo día comienza en Gabaldón para nuestro protagonista.
   
  





  
   
Era una mañana soleada, los pajaritos del otro lado de la ventana cantaban, despertando de esa manera al joven que dormía bajo la misma.

Tentando la mesita de noche en la cual reposaba un libro y unas ciruelas ya masticadas, se puso los vidrios sobre el puente de su nariz y miro la habitación por un rato, supirando derrotado.

── Buenos días ─ Se dijo a él mismo mientras se levantaba con todos sus esponjosos cabellos canelas despeinados.

Se levantó entre irreconocibles quejidos, no de disgusto, le gustaba ir a la escuela, le gustaba expandir su mente, pero ciertamente le molestaba levantarse tan temprano.

Preparó su ropa, la cual consistía en solo unos simples pantalones verdes, junto con una camiseta blanca de mangas abombadas y cuello semi abierto, cortesía de su padre en época adolescente.

Antes de la camisa, iban lo que Oliver llamaba " protector " ; un manojo largo de telas blancas cosidas entre si, las cuales enrollaba al rededor de su busto para aplanar este mismo, asegurando con un gancho para que se mantuviera firme durante todo el extenso día.

Mirándose en un espejo semi roto arregló su cabello, cortando un poco las puntas que parecían tan rebeldes como los niños del pueblo.

Con atención se observó, su rostro refinado era muy lindo, no lo negaba, sin embargo, le gustaría que fuera mucho más masculino.

Suspiro una vez más con derrota, tomando la bolsa llena de cuadernos, acomandose los anteojos que hacían resaltar sus ojos azules cielo y salió de la habitación.

── Buenos días papá, buenos días mamá ─ Cantó, bajando los escalones de la enroscada escalera de madera, viendo a su progenitor tomar lo que parecía ser un té y a su madre en la estufa cocinando lo que sospechaba era guiso.

Ambos adultos miraron a su hijo con una sonrisa leve, quizás una más grande que la otra, siendo está la de su padre. El hombre, algo canoso y envejecido, le lanzó una manzana a su joven muchacho, el cual la atrapó sin esfuerzo.

── Te queda bien mí camisa, sabía que iba a gustarte ─ Hablo con voz áspera para acto seguido toser, se había atragantado con el té que estaba bebiendo.

Su esposa, ni corta ni perezosa, fue a darle golpecito en la espalda a su marido para que se compusiera, mientras miraba a su hijo con una sonrisa, aunque Oliver pudo ver en sus ojos una profunda tristeza.

── Cariño, me gustaría que usarás algún día uno de los vestidos nuevos que yo te hice ─ Sus ojos recorrieron la figura de aquel ser que ella misma había engendrado, se notaba la súplica en sus ojos y en el tono de su voz.

Oliver, quien solo estaba ahí parado jugando con la manzana entre sus manos, nervioso e incómodo por el nuevo ambiente formado, asintió con una leve sonrisa. Antes de irse volteo a ver a su madre.

── Cuando venga me lo probaré, ¿ Si mamá ?

Y con eso salió por fin de la casa aún medio destartalada. Sintiendo la opresión en su pecho, apoyando su cuerpo en la puerta, escuchando leves voces del otro lado de la misma.

── Eloísa, te dije que no le comentarás, ya está grande para decidir lo que quiere hacer con su vida y no por eso dejará de ser nuestro niño.

── Pero es que tu no lo entiendes, Henry, me . . es difícil aceptar esta nueva forma de pensar, pase toda mí vida criando la como una princesa, para que ahora quiera ser un . . hombre.

੭୧ ‎ ‎‎ ‎ ࣪ ‎ ‎ 𝗀ᦅᦅ𝖽 ᥲꪀ𝖽 ᧉ𝗏⍳𝗅 ︖﹖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora