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narrador omnipresente.




Los tres amigos cruzaron la niebla roja hacia un lugar lleno de montañas, mientras ambos castaños gritaban, presos del pánico y del horror, la rubia estaba emocionada y esperanzada de poder por fin cumplir su deseo.

Cuando el cielo se despejó, pudieron ver con claridad como dos edificios se alzaban imponentes sobre un gran río.

Uno con sus paredes hechas de mármol y tonos dorados por doquier, alumbrado por el sol y mostrando los jardines llenos de flores y verde por todas partes.

Mientras que el otro, obscuro y lúgubre, no tenía mucho que mostrar ya que era cubierto por un humo negro y denso que le impedía la vista a cualquiera. Solo sabían que se veía sucio y muy desecho por el tiempo.

── Ahí está, es real, tenía razón ─ Festejo con alegría la auto proclamada princesa, mientras eran llevados cada vez más cerca de los edificios, estando segura de que iba a quedar en la escuela del bien.

── Miren, Olí, Agui, es la escuela del bien ─ Señaló con felicidad aún presente.

── Y esa es la otra . .

── La escuela del mal, que cliché ─ Crítico el de lentes en un susurro tembloroso, mientras veía la escuela en ruinas, intentando evitar mirar hacia abajo y desmayarse ante la gran altura en la que estaban.

Le hubiera parecido algo más interesante que la escuela brillante y hermosa fuera la del mal, sería muy peculiar de ver ; si los héroes son malos y los malos son héroes, sería un giro en la trama, según Oliver.

Por desgracia, no pudo seguir mucho en sus pensamientos evasores de la realidad, ya que el ave gigantesca bajo en picada, pasando por entre el arco del puente que unía ambas escuelas y esquivando una pequeña torre sin acceso que había en medio, aquel edificio claramente hizo despertar su curiosidad.

Pero no había tiempo para eso, mientras está al borde de la muerte.

── Agui, esto es lo que siempre he querido ─ Le comento con euforia a su compañera de toda la vida, girando su cabeza para ver a los dos castaños.

── Pero esto no era lo que yo quería ─ Aclaró Agatha, mientras se sujetaba aún más fuerte a Oliver al mirar hacia abajo y posteriormente mirar a su amiga, con un claro enojo en sus ojos.

── Tengo que volver, papá y mamá me necesitan, ellos no pueden hacer nada sin mí, tengo que volver, Sophie ─ Empezó a entrar en pánico, recordando como sus padres deberían estar preocupados de que él volviera a casa, seguramente preguntándose dónde estaba su hijo y si le había pasado algo, muriendo de preocupación.

── Seguro esto los regresará cuando me deje en la escuela del bien.

── Pero yo quiero que nos lleve a todos.

Y eso fue lo último que pudieron hablar las mejores amigas antes de que ambos castaños sean soltados por el ave, gritando a todo pulmón mientras caían en picada, cayendo hacia la niebla que cubría parte de la escuela del bien.

Ellos estarían ahí, por alguna extraña razón.

Oliver intento agarrar a Agatha para que no caiga sola donde fuera que habían sido tirados, pero sus manos resbalaron, separando a ambos amigos y dejando a cada uno a su suerte.

Lo último que nuestro joven protagonista recuerda, es el sonido del agua antes de su inevitable caída a la inconciencia.

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