S E M P I T E R N O ||¦ "Tú eres todo lo que he querido desde un principio y si estoy empeñado en detener el apocalipsis no es por hacerme el héroe, es por ti, quiero que estés a salvo."
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¿Has escuchado d...
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Mackenzye Hargreeves observaba con atención las maquetas de su nueva colección de moda que estaban esparcidas por la mesa de la sala de conferencias. La luz natural que entraba por los ventanales de su estudio en Nueva York acentuaba la elegancia de cada diseño. Estaba rodeada por todo su equipo, todos esperando su aprobación final antes del gran desfile en la Semana de la Moda de París que tenían preparado.
—Este vestido necesita un ajuste en la cintura. — Mackenzye, señaló uno de los bocetos—Quiero que la silueta sea más definida.
Su equipo asentía rápidamente, tomando notas de cada comentario.
Mackenzye Hargreeves era conocida no solo por su creatividad, sino también por su meticulosa atención a los pequeños detalles. Su vida en la moda era un constante ir y venir de reuniones, pruebas de vestuario, y eventos de alto perfil, y ella parecía disfrutarlo al máximo.
La mujer de casi treinta años se había convertido en una exitosa diseñadora de modas, reconocida ampliamente por sus exquisitos estilos que lanzaba al mercado.
¿Quién diría que ese vendría a ser su futuro?
Años atrás estaba siendo un intento de superheroina, mejor conocida como número ocho, la cuál pertenecía a la Umbrella Academy y luego estaba ahí, siendo una mujer exitosa en el gran mundo de la moda. Su nombre resonaba por varios lugares y la vida no pintaba tan mal.
Al menos aparentemente.
—¿Y los materiales para la línea eco-friendly? —la de cabello auburn preguntó, levantando la vista hacia su asistente.
—Todo listo, Mackenzye. Llegarán mañana por la tarde.
Mackenzye sonrió, satisfecha. Era una mujer de acción, y su capacidad para gestionar cada aspecto de su negocio era envidiable. Había trabajado duro para llegar a donde estaba, tuvo que hacer sacrificios cuando escapó de aquel encierro del que creyó no poder salir, así que no tenía intención de detenerse.
Después de la junta, Mackenzye se dirigió a su despacho privado. Se dejó caer en su silla, observando por un momento la vista panorámica de la ciudad que se extendía más allá de los ventanales. Este era su reino, uno que había construido con esfuerzo y dedicación, lejos del caos de su infancia en la Umbrella Academy.
De repente, su teléfono vibró por una llamada entrante.
Era Jackie, su mejor amiga, era una persona que rápidamente se había hecho querer y sin duda la estimaba demasiado y confiaba en ella.
—¿Cena esta noche nena? Necesito desconectar.
—¿Con cena te refieres a embriagarnos hasta perder la conciencia?
