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Desde el televisor sonaba a todo volumen una playlist llena de canciones pop de los '80, el ambiente olía a carne y especias, la cocina tenía varias ollas sucias y Nayeon picaba las últimas verduras que acompañarían la cena de esa noche

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Desde el televisor sonaba a todo volumen una playlist llena de canciones pop de los '80, el ambiente olía a carne y especias, la cocina tenía varias ollas sucias y Nayeon picaba las últimas verduras que acompañarían la cena de esa noche.

Al llegar del fatídico almuerzo con Jeongyeon, decidió que se mimaría durante las horas que debía esperar la llegada de Momo, lo que incluía un baño de burbujas, una mascarilla facial, velas aromáticas y su música favorita sonando a máximo volumen. Su cuerpo se relajó, sus músculos se destensaron, su pijama favorito la abrigó y sus pantunflas de conejo la acompañaron a empezar la cena prometida.

Estaba tan inmersa en su burbuja que no notó a Momo sacándose los zapatos en la entrada y colgando su abrigo, lo que no sería un problema si su amiga no amara reírse de ella. Como si de un ninja se tratase, Momo caminó en las puntas de sus pies hasta el umbral de la cocina, dejó la botella de vino en una superficie segura y tomó la cintura de su amiga desde atrás al tiempo que gritaba "boo".

Momo, que la conocía demasiado bien, sabía de antemano la reacción de la mayor: un grito más cercano a un gallo que un humano, un salto y un manotazo hacia atrás; por ello, antes de recibir una golpiza, se agachó y retrocedió unos pasos mientras estallaba en carcajadas.

—¡Mierda, Momo! —puso su mano en su pecho agitado por el susto, luego golpeó el hombro de su amiga y se unió a su risa.

—Nunca falla —respondió la japonesa y abrió los brazos esperando un abrazo, el cual no tardó en llegar—. Eso huele muy bien y yo muero de hambre.

Se separó, sacó dos copas del mueble junto al refrigerador, el sacacorchos de un cajón y sirvió vino para ambas. Hicieron un brindis y bebieron el líquido como si fuese la última botella de agua en el desierto.

—¿Día difícil? —preguntó Nayeon rellenando los vasos.

—Horrible, tenemos cada vez menos alumnos en las clases de las mañanas y las soluciones cuestan más dinero del que ingresa —suspiró con evidente frutración—. Si las cosas siguen así, me tendrás como roomie de nuevo porque terminaré en bancarrota.

—Eres bienvenida siempre que lo necesites, sabes que ahora puedo pagar la renta sola y cubrirnos a ambas.

—¿Y aumentar la deuda moral contigo? No, gracias —rió al sentir un nuevo golpe en su hombro, esta vez más suave—. Suficiente con que me hayas ayudado con el estudio de baile, el resto es mi responsabilidad.

—Se llama recibir ayuda, te haría bien de vez en cuando; no podemos estar ambas colapsando, y lamento informarte que ahora es mi turno —apagó la cocina mientras Momo sacaba platos y cubiertos.

Siempre era así: podían llevarse como el perro y el gato, pelear por pequeñeces, pensar cosas totalmente distintas, pero al final de día solo eran ellas contra el mundo. Vivir tantos años juntas les sirvió para tener una dinámica establecida en cosas tan simples como servir la cena.

la boda de mi mejor amiga - 2yeon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora