8|El perfil de un «me arrepiento »

58 12 22
                                    

Betty

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Betty.

Toda la noche me la pasé dando vueltas en la cama, despertando cada tanto y viendo el mismo maldito perfil de Instagram intentando convencerme de que, si le mando una solicitud de seguimiento, no sabrá que soy yo.

Por dios, mi foto de perfil es de mi perro de hace cinco años.

No tiene porqué saber que soy yo, pero no me atreví a mandar la solicitud.

Hasta que, a la mañana siguiente, me armé de valor.

Ahora, a las casi diez de la mañana, en mi clase de matemáticas, me arrepiento.

Jughead está sentado un par de filas detrás, junto a la ventana. Es la única clase que comparto con él dónde no están ni sus amigos, ni los míos.

Quizá sea el remordimiento de conciencia, mi propia imaginación, pero siento su mirada clavada en la nuca, tan pesada que terminó volteando.

Sus ojos, antes puestos en mí, se desvían a la ventana apenas volteo. Y yo hago lo mismo, solo que al pizarrón, dónde un sin fin de números y letras mezcladas están plasmadas.

Las clases de matemáticas no son mi cosa favorita, porque no soy realmente buena en ellas, pero sé defenderme.

Aunque miro al pizarrón, me es imposible prestar atención. La cara me arde.

Recuerdo el momento exacto en que me encontré con su mirada. Joder. Tiene unos ojos azules hermosos. Hoy trae su gorrito puesto, y mechones ondulados, sueltos y rebeldes, caen por su frente.

Vuelvo a sentir la cara arder, pero con más intensidad. Me tapo la cara con las manos. Dios, que pena me doy yo misma a veces.

Joder. Ni siquiera sé porqué estoy sonrojada. Solo es jughead. Jughead Jones. Si, es uno de los tipos más sexis que hay en la escuela y si, tiene pinta de chico malo que te deja sin caminar una semana, pero-..

—¡Señorita Cooper! —alzo la cabeza, tan de golpe que me duele el cuello. La maestra de matemáticas está, al otro lado del salón, justo enfrente del pizarrón, con las manos puestas a la cintura.

Dios, si antes tenía la cara roja, ahora debe parecer que voy a explotar de tan roja que he de estar.

Que pena.

—Lo siento.

Sin embargo, la mirada sería y tensa que me da me hace saber que está molesta.

—¿Es acaso la clase tan poco interesante para usted? —abro los ojos, atónita, ante su tono.

—N-no, maestra, lo siento, yo solo... —alza la mano, dejando así en el aire mi monólogo de disculpas y suspira.

—Solo... Resuelva este ejercicio.

Ahora sí, valí cola.

¿Qué digo «cola»? ¡Valí mierda!

No entiendo la mitad de los números y letras que están plasmadas en el utensilio que usan para la tortura de los alumnos que no entienden una reverenda mierda de matemáticas; el pizarrón. La otra mitad, no sé en qué momento fue puesta ahí.

𝐈 𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐄𝐕𝐄𝐑𝐘𝐓𝐇𝐈𝐍𝐆 𝐀𝐁𝐎𝐔𝐓 𝐘𝐎𝐔 (Bughead)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora