capitulo 33

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Ya habían pasado catorce horas y doce minutos y estábamos en un avión a reacción rumbo a París, a mi otra ciudad.   Me encantaría estar con mi padrino junto con su ex mujer, pero pasear por Lyon eso no me quita el gran vacío que tengo.

—Rebecca, mi hija nos verá mostrándonos la mansión Collins, también le presentó a mi familia su existencia biológica muy paterna que ya la conoces.   Se van a llevar muy bien.

Por más feliz que esté de que mi padrino encuentre a alguien, sé que en el fondo él ama a Emma, y la ama. 

—Y Emma

Pedí.   La pregunta le sorprendió.

—¿Qué está pasando con Emma?   —Respondí sin darle mucha importancia.

—Um... vamos Emmanuel, no me importó negar que sientes algo por ella, lo noto.

—No sientes nada por ella.   Amaba a mi novia y será así para siempre —  Su tono se volvió seco, así que decidí investigar más el tema.

Mi móvil comenzó a vibrar. Me levanté del asiento y me dirigí al baño.

—¿Hola?

—Bianca

—¿Quien es?

—Aera

Estaba muy sorprendida de que Aera me estuviera llamando.

—¿Qué carajo quieres?   ¡Por qué te aviso que tú, Sofía y Miguel ya me habéis arruinado la vida por completo!

—No...

—Ni siquiera te atreves a matarme porque te juro que lo mataré.

—Necesito que me trabajar...

—¡Deja de molestar!

—Su madre biología secuestró a Miguel

—¿Eso?   No, no puede ser, me deja una nota y...

—Todo fue fácilmente falso sobre el pasado de Sofía y la familia, al darse cuenta lo obliga a contarle otras mentiras.

—¡Y por qué debería creerte!   Hasta mañana donde sé que estabas con ellos.

—Escúchame, te lo pregunto y te lo explico todo.   Pero no por teléfono, necesito reunirme.  

—Cómo sé que no me vas a secuestrar después de doce años.

—No soy capaz de hacer el mal como crees, sé que estás embarazada.   Y entonces tuve mis dudas.   No quería arriesgarme.

— Entonces, no estoy en Corea del Sur, estoy en Francia caminando hacia Lyon y luego a París.

—Lo sé, yo también.

—Esperar, Qu...?

—Te llamaré cuando estés en París antes de cenar de la ceremonia de la heredera Collins.  

Y ella me colgó.

Salí del baño y caminé por el pasillo para evitar los autos de un millón de dólares y encontrar mi asiento.    Cuando finalmente lo encontré, mis ojos conectaron con los de Alejandro, él llevaba tulipanes y me miraba preocupado.

—Bianca, ¿Estas bien? ¿Dónde estabas?

—Acabo de ir al baño.  —respondo sin darle importancia.

Viviendo con el secreto de mi vida (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora