Me desperté con el gran ruido que hizo un edificio al caer. ¿Dónde están? Me dolía el brazo, sentía una fuerte presión en mi cabeza, y de repente, recordé todo. Recordé mi pelea con Thomas, el asalto a La Última Ciudad, y otros muchos recuerdos, que se me vinieron a la cabeza como si quisieran volver a ser vividos. Y entonces, me senté apoyando mi espalda en una pared, o al menos en lo que quedaba de ella. Sentía algo en mi boca, que no me dejaba respirar, y de repente lo vi. Mi brazo y prácticamente todo mi cuerpo se hallaba en un estado deprimente: estaba cubierto con venas negras muy marcadas, y, sentí una fuerte curiosidad por mirarme el pecho. Allí estaba enterrado el cuchillo, hundido en mi corazón, creo que allí estaba, pero eso ya no dolía. Me incorporé poco a poco, casi no me podía sostener en pie, y mis ojos se inundaron de lágrimas. Estaba solo, y me había convertido en uno de ellos: esos monstruos caníbales que tanto daño hicieron a mis amigos y a todo el mundo.
Oí una explosión a lo lejos, lo que me hizo sobrecogerme y me detuve en seco para mirar a mi alrededor: no había duda, estaba en la última ciudad. Cogí un palo que utilizé como bastón, y pensé en irme de allí. A reencontrarme con todos: Frypan, Thomas, Winston, Chuck, Alby, Gally y todos los demás. Me quedé pensativo durante un momento: muchos habían muerto.
Sabía que este estado no iba a durar para siempre, que me iba a convertir en uno de ellos, y que iba a enloquecer. Pero me acordé de que estaba en Wicked, y que allí definitivamente debía de haber algo de suero, o alguien a quien pudiera preguntar sobre el suero. Seguía conservando experiencias de sobrevivir, aunque estuviera en mi último aliento.
YOU ARE READING
Detrás del laberinto
Science FictionEs una segunda parte de la saga del corredor del laberinto, que ha salido de mi propia imaginación. Siento decir que esto supuestamente no pasa, ya que el autor de la saga no lo ha escrito.