CAPITULO 4.
LA CORTE PRIMAVERANunca pensé que podría llegar al punto de desesperación de pedir ayuda a mi hermana mayor. Todo pareció ser tan incierto desde que Feyre se marchó que, por un momento, creí haberlo soñado. No se trataba de un recuerdo borroso y lejano, yo recordaba todo. Desde el rugido de la bestia cuando arremató contra nuestra puerta hasta la figura de mi hermana siguiéndolo por la oscuridad del bosque.
Desde ese día ya nada pareció tener sentido. Una fortuna considerable nos bendijo a los días de su partida, y nos mudamos a una casa más grande que cualquier que cualquiera casa de la región. Elain y mi padre estaban a gusto con ese gesto de nuestra tía Ripleigh.
El problema realmente era que no teníamos ninguna tía llamada así. Ni siquiera a ningun pariente lejano.
Nesta estuvo igual de confundida que yo. Un día, semanas más tarde, le pagamos a la mercenaria para que nos acercara al límite, la única tarea en la que nos habíamos unido en toda nuestras vidas. Nada sucedió. Y nos quedamos esperando, esperando una señal o algo que nos dejara acceder al territorio para recuperar a Feyre. Nesta se había rendido cuando no pudimos lograr nuestro cometido y se adaptó a esta nueva realidad.
Yo no tuve que venderme más. Ya no era necesario. Pero recibí una oferta de matrimonio de Ethan que me dejó helada. Por supuesto, la rechacé. No había nada que él pudiera ofrecerme ahora que teníamos más riquezas que su familia.
Me aterraba esa agobiante sensación que me quitó el sueño todas las noches. Necesitaba a Feyre. Desconocer cuál era su paradero o si acaso estaba a salvo no me dejaba tranquila. Aquel... aquel truco, como lo llamó Nesta, no funcionó conmigo, tampoco con ella. Nuestras mentes eran demasiado fuertes para dejarnos doblegar por un hechizo.
—No tiene sentido que vayas—espetó Nesta cuando me pilló armando mi bolso. La ignoré, mientras seguía dejando mudas de ropa en la cama—. Braelyn, piensa con sensatez.
—Nuestra hermana esta cautiva por esa asquerosa bestia, ¡Cómo pretendes que piense con sensatez! —Me incliné sobre el colchón, alzando la voz con un tono preocupado—. Tú... tú tienes a Elain, desde que Feyre se marchó yo no tengo a nadie.
— No digas eso. —Por primera vez Nesta usó un tono pausado, como si le doliera lo que acababa de decir.
Me relamí los labios antes de continuar con mi tarea. Cuando el bolso estuvo cargado de prendas necesarias para mi viaje, me di la vuelta y la enfrenté.
—Debes cuidar a Elain, también a nuestro padre.
—Él puede cuidarse solo—farfulló, con los brazos cruzados.
No pude contradecirle. En realidad, desde que teníamos esa nueva vida nuestro padre pareció volver a la vida. Y yo no pude sentirme más enojada al respecto. Tantos años en la miseria, tanto sufrimiento, sólo para que él decidiera tomar valor cuando ya todo pareció terminar.
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UNA CORTE DE ESTRELLAS DORADAS [ACOTAR]
Viễn tưởngACOGS | Braelyn había nacido para la guerra, pero también para el sufrimiento. Nacida como la tercera hija en una familia que cada vez se fundía más en la miseria, Braelyn se vio forzada a vender su cuerpo a cambio de unas monedas para alimentar a s...