7. El complot

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De regreso al castillo de la Capital de Catalia, la reina Roxelana se encontraba rezando en la capilla que construyó en honor a su patrono, ahora sí, terminada

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De regreso al castillo de la Capital de Catalia, la reina Roxelana se encontraba rezando en la capilla que construyó en honor a su patrono, ahora sí, terminada. Se trataba de una construcción imponente pero modesta, sin gran ornamentación ni opulencia. Era de día y el lugar se bañaba con la luz del sol que entraba a través de los amplios ventanales que adornaban la cúpula, revestidos por marcos tallados en madera. La reina estaba sola, sus damas la aguardaban afuera. En sus manos siempre cargaba con su rosario confeccionado con plumas de cuervo, símbolo de su devoción.

El murmullo de sus oraciones se detuvo repentinamente, cuando sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. El cielo se nubló de un instante a otro, dejándola a oscuras. Una bandada de cuervos se arremolinó sobre el castillo, turbados, chillando desesperados, formaban un extraordinario círculo en el cielo. Un mal presagio.

La reina salió corriendo de la capilla. Al unirse con sus damas y sus guardias, mandó a llamar a lord Boris con urgencia a su habitación.

Una vez en sus aposentos, despachó a los sirvientes. Dijo que esperaría a su consejero, pero, en cuanto quedó sola, trabó la puerta principal y se internó en otra recámara a través de un pasadizo oculto bajo el tapiz que decoraba las paredes. Allí, en el más puro secreto, quitó la fina tela que cubría un enorme espejo de pie, adornado con guirnaldas de flores exóticas talladas en oro.

—Vamos, muéstrame lo que sabes —ordenó, impaciente, preocupada.

En el centro del espejo, dónde antes se reflejaba a la reina y un pequeño cuarto lleno de muebles viejos, empezaron a formarse densas nubes grises. Y una voz, como de ultratumba, le respondió a la rubia:

—¿Qué quieres saber?

—He tenido un presentimiento. Y las aves tratan de decirnos algo —indicó Roxelana.

Hmm... Los cuervos traen un presagio, algo en el aire los perturba —respondió el espejo con solemnidad—. Creo que ya sé de qué se trata: Blancanieves.

Así le habló la voz dentro del espejo y, acto seguido, le mostró a su propietaria una escena que le erizó la piel y le provocó lágrimas. La reina estaba horrorizada; se llevó las manos a la boca para ahogar un grito de angustia.

 La reina estaba horrorizada; se llevó las manos a la boca para ahogar un grito de angustia

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Blancanieves, la Princesa Maldita (ONC 2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora