𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎

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"Tomaste lo mejor de mi corazón y
Dejaste el resto hecho pedazos"

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Ella se había ido, mi apreciada hija se había marchado. Sus brillantes ojos azules se habían extinguido dejándome un profundo dolor.

Mi querida Eveline murió, jamás había sentido un dolor tan grande como el de ahora y estaba segura que nada me dolería más. Miranda estaba tan destrozada como yo, pero a diferencia mía, ella buscaba la muerte.

- ¿Dónde está ahora? - Helio me miró con pena - ¿Quieres que la busque? - Yo negué tragándome un sollozo.

Helio Beneviento, era el actual líder de la casa Beneviento y un gran amigo mío. Había venido aquí en busca de consuelo cuando Miranda desapareció por la mañana después de haber llorado toda la noche.

- ¿Qué hago ahora Helio? - Murmure con pesar - Ella también quiere dejarme y yo... Yo no puedo perderla a ella también - Gruñí molesta de mi miseria.

- Miranda es inteligente y fuerte, tu también. Se que esto les dolerá toda una vida... Pero en este maldito pueblo nadie recordará a Eva si se van - Él tenía razón, prefería extrañarla toda la vida a dejar que quedará en el olvido - Estamos aquí para ustedes y lo que necesiten, quizás solo quiere algo de espacio... Ella volverá - Tomó mi mano dándole un ligero apretón y lo agradecí.

Una pequeña niña se asomó desde la puerta de la sala, Helio la invitó a pasar y la niña entró dudosa, tenía una larga marca alrededor del ojo, pero era una pequeña encantadora. Me sequé el rostro y le di una ligera sonrisa.

- ¿Es tu hija? - Helio asintió orgulloso y yo bufe - Hola joven Donna, tu padre me ha hablado mucho de ti - Le extendí mi mano y la tomó dudosa antes de esconderse en el cuello de su padre.

Me reí ligeramente, tal vez ella y Eva hubieran sido buenas amigas, quizás en otro mundo mi apreciada hija hubiera vivido su infancia como debería.

- Se parece a ti Helio, pero definitivamente tiene los ojos de Sofía - La mujer me sonrió mientras entraba en la sala con algunas tazas de té - ¿Cuantos años tiene ahora? - La niña me miró y mi corazón se hundió.

- Tiene doce años, aún es una bebe - Escuche el ligero "papá" de la niña y mis ojos picaron - ¿Te quedarás a cenar? - Yo negué y él no insistió, lo agradecí.

- ¿Quieres almenos unas cuantas galletas para ti y Miranda? - Sofía parecía querer asegurarse de que no muriéramos de hambre - Espera aquí unos minutos, no tardo - Salió corriendo haciendo reir a Helio.

Ellos eran una linda familia, una de las pocas familias que tenían recursos y educación en este pequeño pueblo, cuando Miranda y yo supimos que estaba embarazada decidimos mudarnos al lugar en el que nació para poder cuidar a nuestra hija; pero de que nos sirvió eso sí la perdimos de todos modos.

Me despedí de los Beneviento cuando decidí que era mejor enfrentar la tragedia juntas y vivir el duelo de nuestra pérdida a estar perdidas en el pueblo solas. Estaba preocupada por ella y lo que pudiera hacer, no podía permitirme perderla y era una promesa.

- Miranda... - Estaba parada en la entrada de nuestra casa con la ropa llena de barro y hojas - ¿Qué te pasó? ¿Dónde estabas? - Me acerqué preocupada hasta que mis ojos chocaron con los suyos.

In the stars | Madre MirandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora