I.- Con cariño, tu madre.

107 18 15
                                    

"Se fue y dolio tanto, pero
la unica forma de seguir
era aceptarlo"

☪︎ ִ ࣪𖤐 𐦍 ☾𖤓☪︎ ִ ࣪𖤐 𐦍 ☾𖤓

Noviembre, 1918 - Aldea de Sombras

Eran las tres de la madrugada y yo no podía dormir, Miranda tenía fiebre y no había despertado en los últimos tres días. Estaba aterrada, si ella se hubiera contagiado al igual que Eva... Ella también se iría, no había manera en medida de mis posibilidades que yo pudiera crear una vacuna o antivirus.

Necesitaba de mucho tiempo para lograr al menos descubrir que tipo de virus es y Miranda no gozaba de ese importante tiempo. Ella estaba enferma, pero yo me sentía desfallecer cada vez que la miraba balbucear el nombre de nuestra hija.

Dios sabía cuánto amaba a esas dos, pero aun así me las estaba quitando, no era justo en ningún sentido, Eva siempre había sido una niña tranquila y bondadosa, Miranda era un alma noble y gentil, por qué tendrían que morir. Cuál era el karma que estábamos pagando para vivir esto.

Mi garganta ardía mientras me negaba a llorar, miré a Miranda suspirar empapada en sudor, estaba tan cansada como ella parecía estarlo. Me levanté de la cama con cuidado de no molestarla y me dirigí a la cocina en busca de agua fría para ella.

Mi visión estaba fallando y sentía mi cuerpo pesado, pero no podía fallarle a mi esposa. Ella necesitaba mis cuidados y yo no me podía dar el lujo de rendirme, daria mi vida por la de ella y no me importaba pagar el precio que fuera para que estuviera bien.

Me apoyé en el fregadero con cansancio y malestar, todo me daba vueltas y me dolía el pecho, pero podía suponer por qué. Suspiré tomando el agua que fui a buscar y me di la vuelta topandome con Miranda parada en el umbral.

Dejé caer el agua por la impresión de verla de pie y muy consciente, podía notar sus ojos brillar a pesar de que la única luz que había era la que entraba por la ventana. Retrocedí impactada cuando dio un par de pasos y dejó ver esa pesada oscuridad en su espalda.

Las alas negras se pavonearon frente a mis ojos y me quedé en shock, qué tan mal estaba para alucinar a ese grado. Miranda siguió caminando hasta alcanzarme, me sonrió ligeramente y a pesar de lo diferente que eran sus ojos aún pude notar el amor en ellos.

Era mi esposa y cuando me toco me dejo ver qué tan real era, me incline a su toque confundida e impactada. Por qué ella era tan diferente y cómo es que ella se recuperó en cuestión de minutos de algo que la estaba matando.

- Atenea, no te asustes - Murmuró tan bajo como pudo en un intento de no asustarme más - Está bien, estoy bien... Esto es un gran logro, es... Es como si hubiera evolucionado - Podía notar su emoción, pero no la podía compartir.

El verla bien le dio a mi cuerpo una razón para descansar, todo me dio vueltas y me desmayé. Podía notar como me levanto sin esfuerzo y me llevaba a lo que supuse era mi habitación.

- No pude haber pedido mejor esposa... - Susurro siendo lo ultimo que escuche.

Cuando desperté Miranda no estaba, todo el cuerpo me dolía y aún estaba algo mareada, creo que el no comer en días había afectado mi cuerpo demasiado. Una brisa fría recorrió mi espalda haciéndome notar la ventana abierta y a un bonito cuervo parado en el marco.

Me miró unos segundos antes de salir volando dejando una pluma atras, me sente en la cama con delicadeza, alucinación o no, tenía que encontrar a Miranda incluso si era un mutante.

- Estás despierta - Su voz hizo que me sobresaltara y me girara para verla parada en la puerta - ¿Cómo te sientes? - Mis ojos se quedaron en las alas de su espalda y lo noto - Oh... Tengo mucho que contarte - Me dio una ligera sonrisa y entró en la habitación.

In the stars | Madre MirandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora