El primer rayo de sol se asomaba tímidamente por el horizonte cuando Cheon se despertó. La excitación de la noche anterior aún vibraba en su pecho. Se levantó de la cama rápidamente, sintiendo que un nuevo día, lleno de promesas y desafíos, lo esperaba.Cheon se vistió con rapidez y bajó las escaleras silenciosamente para no despertar a su madre. Preparó el desayuno con cuidado, asegurándose de que todo estuviera listo para cuando ella se levantara. El aroma del té recién hecho y del pan tostado llenaba la pequeña cocina, creando un ambiente cálido y acogedor.
―Espero que esto te guste, mamá ―murmuró, colocando el último plato en la mesa y echando una última mirada a los detalles de la comida que había preparado con tanto cariño.
Con la maleta en una mano y la carta del palacio en la otra, Cheon se dirigió a la puerta. Su madre, que había despertado por el ruido, lo observaba desde el umbral de la cocina, sus ojos llenos de orgullo y una sombra de preocupación.
―Hijo, ten mucho cuidado y recuerda siempre quién eres. ―dijo con una mezcla de orgullo y preocupación en su voz.
Cheon se acercó a su madre y la abrazó con fuerza. Sentía que este podría ser el último abrazo que compartirían en mucho tiempo. La separación, aunque temporal, dejaba una sensación de vacío en su corazón.
―Lo haré, mamá. Te prometo que haré todo lo posible para cumplir mis sueños y hacerte sentir orgullosa. ―respondió Cheon, intentando ocultar la emoción que amenazaba con quebrar su voz.
Con una última mirada a su hogar, Cheon se despidió y salió al frío aire de la mañana. El camino hacia el palacio no era largo, pero cada paso lo acercaba a un destino completamente nuevo y desconocido. Mientras caminaba, su mente se llenaba de pensamientos sobre el rey Gyeong-Shin. Había oído historias sobre él, sobre su valentía y su sabiduría, pero también sobre la misteriosa maldición que lo rodeaba. Cheon sabía que este sería un reto mayor que cualquier otro que hubiera enfrentado antes.
El paisaje que lo rodeaba era una mezcla de colores otoñales. Los árboles se desnudaban de sus hojas, dejando un tapiz dorado y rojizo a su paso. El aire fresco le daba la bienvenida a un nuevo comienzo, y cada paso que daba resonaba con la promesa de una aventura que estaba por comenzar.
Cuando llegó al palacio, el sol ya iluminaba la majestuosa estructura. Las torres se alzaban hacia el cielo como guardianes silenciosos del reino. Los guardias lo dejaron pasar después de revisar la carta de invitación y lo condujeron a través de enormes puertas doradas hacia el interior.
El palacio era impresionante, con altos techos adornados con frescos y pasillos interminables llenos de arte y antigüedades. Las paredes contaban historias de héroes y leyendas, y Cheon apenas podía contener su asombro mientras caminaba junto a los guardias. Los mosaicos en el suelo reflejaban la luz del sol que se colaba por las grandes ventanas, creando un espectáculo de luces y sombras a su paso.
Finalmente, lo llevaron a una gran sala de espera, donde otros asistentes y funcionarios ya se encontraban. Cheon se sintió un poco intimidado al principio, pero recordó las palabras de su madre y respiró hondo, tratando de mantener la calma.
―Bienvenido, Cheon-Sa ―dijo una voz firme y autoritaria.
Cheon levantó la vista y vio a un hombre alto y robusto que lo miraba con ojos severos pero amables.
―Soy el capitán Yeon, estaré a cargo de guiarte en tus primeros días aquí. El rey Gyeong-Shin te recibirá en breve.
Cheon asintió con una mezcla de nervios y determinación. Sabía que estaba a punto de enfrentar una de las experiencias más importantes de su vida. Mientras esperaba, miró alrededor y observó a las otras personas en la sala. Algunos conversaban en voz baja, otros revisaban documentos, y todos parecían estar muy ocupados con sus propios asuntos.
En la sala del trono
El rey Gyeong-Shin estaba sentado en su trono, con una expresión serena y atenta. A su alrededor, los consejeros y ministros hablaban en susurros, preparando los documentos y las agendas del día. La sala del trono era imponente, con enormes columnas de mármol y tapices que contaban la historia del reino. El trono mismo era una obra de arte, tallado en oro y decorado con piedras preciosas.
―Majestad, el nuevo secretario personal está aquí. ―anunció el capitán Yeon.
―Hágalo pasar. ―dijo el rey, con una voz que resonaba con autoridad.
Cheon entró en la sala del trono, sintiendo que todos los ojos estaban puestos en él. Hizo una reverencia profunda y esperó a que el rey hablara. El silencio en la sala era absoluto, y Cheon podía escuchar el latido acelerado de su propio corazón.
―Cheon-Sa, bienvenido. He oído muchas cosas buenas sobre ti. Espero que estés listo para asumir esta gran responsabilidad. ―dijo el rey con una sonrisa que iluminaba su rostro.
Cheon se quedó sin palabras por un momento, impresionado por la presencia del rey. Gyeong-Shin era aún más impresionante en persona, con una presencia que irradiaba poder y sabiduría. Su mirada era profunda y cálida, y Cheon sintió una extraña mezcla de respeto y atracción hacia él.
―Estoy listo, majestad. Haré todo lo posible para cumplir con mis deberes y servirle de la mejor manera posible. ―respondió Cheon con voz firme, intentando ocultar el temblor en sus manos.
―Muy bien. Acompáñame, tenemos mucho de qué hablar y mucho que hacer. ―dijo el rey, levantándose de su trono con una elegancia que parecía innata.
Cheon siguió al rey y a sus consejeros por los pasillos del palacio, sintiendo que cada paso lo acercaba más a su nuevo destino. Sabía que esta era la oportunidad que había estado esperando toda su vida, y estaba decidido a no desaprovecharla. Mientras caminaba, no podía evitar mirar de reojo al rey, fascinado por su presencia y la energía que irradiaba.
El grupo se detuvo frente a una gran puerta de madera adornada con intrincadas tallas. Gyeong-Shin abrió la puerta y lo invitó a pasar. Dentro, Cheon vio una amplia oficina con estanterías llenas de libros y documentos, una gran mesa de trabajo y ventanas que ofrecían una vista impresionante del jardín del palacio.
―Esta será tu oficina, Cheon-Sa. Aquí es donde trabajarás y donde me asistirás en mis tareas diarias. ―dijo el rey, señalando la habitación con un gesto amplio.
Cheon asintió, impresionado por la elegancia y la funcionalidad del lugar. Se acercó a la mesa y miró los papeles que había sobre ella, sintiendo un nudo de emoción en el estómago. Sabía que este era el comienzo de algo grande, y estaba ansioso por empezar.
―Estoy listo, majestad. ―dijo con una sonrisa, mirando al rey con determinación.
Gyeong-Shin le devolvió la sonrisa y le puso una mano en el hombro.
―Bienvenido a tu nueva vida, Cheon-Sa. Estoy seguro de que harás un gran trabajo. ―dijo, antes de salir de la oficina, dejándolo con una mezcla de emoción y responsabilidad.
Cheon se quedó en la oficina, mirando alrededor y respirando hondo. Sabía que había mucho trabajo por delante, pero estaba listo para enfrentarlo. Este era el comienzo de una nueva aventura, y estaba dispuesto a dar lo mejor de sí mismo para cumplir con sus responsabilidades y, tal vez, encontrar algo más en el proceso.
Continuará...
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love the king
RomanceEn el majestuoso reino de Antilix, donde las rosas azules florecen y el poder real es un juego de intrigas y secretos, dos almas están destinadas a encontrarse en medio de una lucha por el trono y el corazón. Cheon-Sa, un joven de corazón noble y me...