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Capítulo 5: Vivir en el mundo del juego (5)

Al principio.

Cuando recuperé la consciencia por primera vez en el juego, mi entorno estaba lleno de nada más que basura.

Una montaña de basura apilada tan alta que no se podía ver el final. Por eso, no podía distinguir nada a mi alrededor.

El hedor que penetraba en mi nariz era un olor que nunca antes había experimentado. Parecía como si todo tipo de cosas estuvieran mezcladas, dejándome con náuseas.

¿Dónde demonios estoy?

Aunque murmuré para mis adentros, no había nadie cerca que pudiera oírme. Incluso me di una bofetada para comprobar si era un sueño, pero el dolor agudo que sentí a continuación sólo hizo que la realidad me calara más hondo.

¿Hay alguien ahí?

La voz que salía de mi garganta no era la mía. Sonaba como la de un niño pequeño, desconocida y extraña.

Tenía las manos del tamaño de un helecho y el campo de visión reducido me desorientaba.

A cada paso que daba, afilados trozos de basura me desgarraban las plantas de los pies. Pero no podía permitirme prestar atención a aquel dolor.

Vagaba sin rumbo, buscando desesperadamente algo o a alguien en mi entorno.

No recuerdo muy bien qué buscaba ni por qué deambulaba.

El pánico había invadido mi mente, dejándome sin pensamientos coherentes.

Sólo quería encontrar algo, cualquier cosa, o a alguien.

Así que deambulé por el vertedero durante un buen rato.

Finalmente, vi a unas cuantas personas rebuscando en el montón de basura en algún lugar del centro.

Me apresuré a acercarme a ellos.

"¡Con permiso! Por ahí!"

Pero me ignoraron y me dieron una patada directa en el estómago.

El repentino dolor hizo que mi adormecida mente entrara en acción e instintivamente me agarré el estómago.

Mi cuerpo caído no parecía querer levantarse de nuevo y, antes de darme cuenta, mis rodillas habían golpeado el suelo.

No recuerdo exactamente lo que dijeron después. Todo estaba borroso. "¿Quién es éste? Parece que no tiene nada. Échalo a patadas". Retazos de palabras resonaban en medio de la agonía.

Un momento después, me dieron otra patada y caí más profundamente en el montón de basura.

Tumbada en el suelo, miré al cielo, ahora visible a través de las nubes grises.

Apreté los dientes. Tenía que averiguar dónde estaba.

Así que empecé a escalar la montaña de basura.

Debía de tener unos diez años. Mi joven cuerpo luchaba con el esfuerzo, pero persistí, pensando que podría averiguar dónde estaba desde el punto más alto.

"...Esto es tan jodidamente difícil".

Finalmente, tras mucho esfuerzo, llegué a la cima de la montaña de basura.

Y allí, me encontré con un "niño".

Su pelo estaba despeinado y sucio, oscureciendo su rostro hasta el punto de que incluso su sexo era indiscernible. Pero el brillo dorado de sus ojos, que resplandecían entre la suciedad, permanece grabado en mi memoria hasta el día de hoy.

Las Personajes Secundarias Del Juego Están ObsesionadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora