+Capitulo 16+

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En la cámara de los espíritus celestiales, Adán o mejor conocido como Zadquiel, observaba con detenimiento un alma, un gran espíritu proveniente de la tierra, abrió un poco su boca, estaba sorprendido por ello.

Zadquiel miro hacia ambas partes, asegurándose que nadie se estuviese cerca, entonces tomo la energía entre sus manos y la elevo, observo las memorias de aquel humano y sin esperarlo, en sus ojos salieron gotas llenas de dolor.

—Jesús._Lo llamó al saber su nombre.
Aquella esfera de energía  volvió a su forma humana, sin más, sus brazos rodearon la fina figura del arcángel.

—Me has salvado, gracias._Dijo Jesús con una gran sonrisa. —Padre.

—¿Te salve?_Zadquiel estaba dudoso de su acción. —Oh no, tu debías seguir el camino, te he sacado de ahí._El alado revolotea ansioso por lo que acaba de hacer.

—¿Eres Dios?

—¿Dios?_Zadquiel arruga el entrecejo al no entender. —¿Hablas de Elle?

—¿Quién eres?

—Soy Zadquiel, el arcángel de la misericordia y la transmutación._ Sonrió gustoso por su título.

El alado nota que Jesús lleva la aureola de un ángel, a lo que parpadea rápidamente, pues los humanos no contaba con ese don especial. Observa al hombre sin precedentes y se da cuenta que puede cruzar las barreras sin dificultad.

—¿A dónde vas?

—A buscar a Dios, a mi padre._Jesús ve el rostro del arcángel y siente algo sin igual. —¿Me puedes ayudar?

—No puedo, lo siento._Zadquiel toma su lugar en el trabajo. —No puedo cruzar las barreras. Es por mi seguridad._Toca su pecho, sus alas bajan por el descontento.

Jesús ladea un poco el rostro, nota el ánimo de aquel alado. Mira las barreras y luego al arcángel, y decide por encima de sus deseos, acompañando al alado en su trabajo.

Ambos comparten un tiempo considerable, Zadquiel le enseña todo lo que sabe a Jesús y este le comparte todo lo que aprendió en la tierra, ríen y cantan sin parar, su conexión es única. Jesús siente que debe protegerlo, al igual como lo hacía con su madre en el mundo de la vigilia.

—¿No quisieras salir de aquí?_Jesús le cuestionó.

—Sí, quisiera poder hacerlo._Bajó la mirada. —Pero Elle insiste que soy débil para el mundo exterior y que mi deber es curar a las almas de los humanos. Sin mi poder, todos no tendrían esa humanidad en sus corazones._Sonrió.

Jesús intento respirar con calma, su experiencia con los humanos fue desequilibrada, pues no había muchos recuerdos buenos en su mente, en la gran parte, los humanos intentaban humillarlo, golpearlo o llevarle la contraria por algo mínimo, aunque tuvo sus seguidores, no dejaba de pensar en aquellos que amaba como sus discípulos y que decidieron traicionarlo por miedo o por dinero. Así como muchos, era la gran especie humana.

—El ser humano es malvado por naturaleza, no hay nada que lo cambien._Jesús se levanta del puesto de nubes. —Si ellos quieren ser buenos, así será, pero si no lo desean, entonces se dejaran llevar por la codicia y los demás pecados que existen en el mundo terrenal.

Zadquiel escuchaba atento lo que Jesús tenía para decir, sus palabras eran reales,  el arcángel no pudo decir nada al respecto, en varios siglos había visto todo lo que los humanos construyeron pero también lo que acabaron, dejando en su alma un vacío extraño…

—Zadquiel, puedo afirmar que eres más puro que yo._Jesús entrelazo sus manos mirando fijamente el pozo de las almas.

El arcángel abrió sus brazos, sentía la necesidad de hacerlo, y sin más, Zadquiel abrazaba con suavidad aquel hombre humano con alma cegadora, acaricio sus cabellos peinándolos con sus dedos, sus alas rodearon el cuerpo de este, una cálida sonrisa se instaló en sus labios.

La fiesta del pecado-[Allxhoseok]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora