Mentiras oscuras.

~Prólogo~

   Mi vida dio un giro de ciento ochenta grados aquel viernes veinticuatro de junio.

   Es triste cuando te cuestionas si tu vida acabará de una manera cruel e inesperada, y lo es mucho más cuando tienes tanto por vivir, tantas metas, tantos sueños...

 No quería morir.

 Pero a la vez, no quería vivir. No así.

  A veces marcamos nuestro destino de la manera más absurda posible y estaba claro que esto me lo había ganado.

Yo misma decidí entrar a esto.

Yo decidí ayudarlos.

  Un líquido espeso recorría mi rostro y un mareo intenso me hace incapaz de poder quedarme de pie, pero eso no me detuvo para presionar tres números en el teléfono fijo de aquella asquerosa y detestable casa.

  No sabía de donde sacaba tanta fuerza, pues mis brazos ardían, mis manos eran fuegos ardientes de una fogata, mis ojos un océano intenso en plena tormenta y mis piernas un domingo por la madrugada, solo sabía que tenía que salir cuanto antes de aquí.

—911, ¿Cuál es su emergencia?

Respiro pesadamente sintiendo aquel extraño líquido correr por todo mi rostro.

—Estoy secuestrada—susurro lo más bajo posible sin dejar de sollozar.

—¿Sabe dónde se encuentra?

Intento observar a través de las persianas. Las calles oscuras no me permitían una buena visión, sin embargo, recordaba la dirección que él había mencionado horas antes.

—Calle Lewington, 749—murmuro con dificultad sintiendo un fuerte dolor de cabeza.

—¿Podría indicarme su nombre, por favor?

—Lindsay. Lindsay Hood.

¿Cuándo dejas de fluir para estar tan concentrado en lo que te atormenta?

Quizás cuando te das cuenta de lo solo que estás.