la noche que nunca acaba

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Suzuka Nakamoto, de 18 años, se despierta en su habitación, rodeada de las sombras de la noche. La oscuridad parece reflejar su estado de ánimo. Mientras se levanta y comienza a prepararse para otro día vacío, su mente vaga hacia pensamientos de desesperanza y dolor.

En flashbacks, vemos fragmentos de su pasado: el accidente automovilístico que le quitó a sus padres, la soledad y el dolor que la llevaron a buscar refugio en las drogas. La narrativa salta entre su presente y pasado, mostrando cómo su adicción ha consumido su vida.

Mientras Suzuka se dirige a su próximo encuentro con su dealer, se cruza con Moa Kikuchi, una joven de 15 años con una mirada intensa y una sonrisa enigmática. Aunque no interactúan directamente, la conexión entre ellas es palpable.

La noche avanza, y Suzuka se sumerge en su rutina de drogas y auto-destrucción. Sin embargo, la presencia de Moa sigue resonando en su mente, haciéndola cuestionar su estilo de vida por primera vez en mucho tiempo.

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