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Mientras Taehyung obedecía, Jungkook salió rápidamente en busca de sus maletas. Llenos de ansiedad, Jungkook y Taehyung se apoyaron en la pared y observaron al médico, mientras éste tomaba la presión sanguínea, el pulso y la temperatura de Bahiyyih, y la auscultaba el corazón, el pecho
y la espalda.

Bahiyyih había vuelto en sí y tosió cuando se lo indicó el doctor. Yo sólo podía preguntarle a Taehyung por qué tenían que ocurrirles todas las desgracias. ¿Por qué se empeñaba el
destino en perseguirnos? ¿Éramos tan malvados como decía la abuela? ¿Tendría Kai que morir también?

-Bahiyyih -dijo amablemente el doctor Sheffield, cuando yo la había vestido Taehyung -, vamos a dejarte un rato en esta habitación, para que puedas descansar. -La cubrió con una fina manta-. No tengas miedo. Estaremos en mi despacho, en este mismo pasillo. Sé que esta mesa no es muy blanda, pero procura dormir un poco mientras hablo con tus hermanos.

Ella le miró con los ojos muy abiertos, empañados, sin importarle mucho que la mesa fuese dura o blanda. Pocos minutos después, el doctor Sheffield estaba sentado detrás de una mesa
imponente, apoyando los codos sobre la carpeta con papel secante, y empezó a hablar gravemente y en tono un poco preocupado.

-Los dos parecen confusos y algo aturrullados. No teman haberme privado de las diversiones del domingo, pues no suelo tenerlas. Soy viudo y, para mí, el domingo es un día como otro cualquiera...

¡Oh, sí! Podía decir esto, pero Taehyung notaba que parecía cansado, como si trabajase demasiadas horas. Taehyung estaba sentado incómodamente en el borde del blando sofá de cuero castaño, muy cerca de Jungkook. La luz que entraba por las ventanas les daba directamente en la cara, mientras que el médico estaba en la penumbra.

La ropa de Taehyung estaba mojada y sucia, y, de pronto, Taehyung recordó la causa. Se levanté rápidamente y se quité el pantalón corto, satisfecho al observar la sorpresa del doctor. Como éste había salido de la habitación al desnudar Taehyunga a Bahiyyih, no se había dado cuenta de que llevaba dos pantalones cortos superpuestos. Cuando volvió a sentarse junto a Jungkook, llevaba otro pantalon corto, este era un poco máscorto que el anterior, muy bonito y limpio...

-¿Siempre te pones más dos prendas los domingos? -le preguntó.

-Sólo los domingos en que me escapo de casa y tengo que tener una prenda debajo que este limpia y bonita -dijo Taehyung -. No tenemos más que dos
maletas y necesitamos sitio para guardar las cosas de valor que empeñaremos cuando tengamos necesidad de hacerlo.

Jungkook le dio un codazo, para indicarle que hablaba demasiado. Pero Taehyung sabía bastante de los médicos, principalmente gracias a él. Y el doctor que estaba detrás de la mesa era digno de confianza; se le veía en los ojos. Podían decírselo todo, todo.

-Comprendo. Se han escapado los tres -dijo, arrastrando las palabras-. ¿Y de qué huyen, exactamente? ¿De unos padres que os han ofendido, al negaros algún privilegio?

¡Oh, si él supiera!

-Es una historia larga, doctor -dijo Jungkook -. De momento quisiéramos saber algo de Bahiyyih.

-Sí -convino el médico-, tienes razón. Hablemos de Bahiyyih. -Su tono se volvió profesional, al proseguir-: No sé quiénes son, ni de dónde vienen, ni por qué piensan en que deben escapar. Pero esa niña está muy, muy enferma. Si no fuese domingo, la ingresaría hoy mismo en un hospital, para practicar análisis que no puedo hacer. Les aconsejo que llamen inmediatamente a sus padres.

¡Precisamente las palabras que más podía Taehyung temer!

-Somos huérfanos -explicó Jungkook -. Pero no tema que no le paguemos. Podemos hacerlo.

𝐏𝐞𝐭𝐚𝐥𝐨𝐬 𝐚𝐥 𝐕𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 (Flores en el Atico#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora