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00:00 (Zero O’Clock)
Pt.1

Despierta, estirándose sobre la cama antes de abrir los ojos y tomar su celular para detener la alarma un minuto antes de que esta se haga escuchar.

Es un día frío, es lo primero que nota, seguramente ha llovido durante la madrugada por lo que estará nublado y el rocío de la mañana será fresco.

Casi automáticamente sonríe y voltea hacia la ventana.

Se levanta al baño, lavando alrededor de sus ojos y con la sensación rasposa de su ligera barba en la piel.

Le parece extraño lo mucho que se mira últimamente en el espejo, pero sobre todo, el reflejo de su mirada. Sus ojos casi brillan, ya no tiene tantas ojeras ni tampoco oculta su frente con su cabello.

Casi quiere llorar porque de repente, esa mañana…

Se siente bonito.

Se siente bien, a gusto con su apariencia, con él mismo.

Y no recuerda cuándo fue la última vez que se sintió así.

Son pequeñas cosas, casi nulas, quizá un poco absurdas para la mayoría, pero que ha dejado de hacer inconscientemente estas últimas semanas porque tiene algo más en la cabeza que el hecho de preocuparse por cómo es visto.

Arregla un poco su cabello antes de ir rápido hacia la ventana, abriéndola despacio para espiar y encontrándose con Roier al otro lado, inclinándose sobre su propia ventana sin dejar de mirar enfrente, casi como si le esperara.

Inhala profundo antes de abrir.

“¡Gatinho!”

“Oi, Roier” ríe divertido cuando el menor alza las cejas en una exagerada expresión, dando la vuelta para darle la espalda sin más.

“¿Ahora soy ‘Roier’? Ah, pero por mensaje soy ‘Guapito, guapito’, decídete de una vez porque lastimas mi corazón, Cellbit”

Ahora es él quién se muestra ofendido.

“Não- não vou te chamar assim, Bagi pode me ouvir”

“A mí me escucha toda la cuadra cada mañana ¿Qué hay de malo con que te escuche tu hermana?” responde aún sin voltear “¡Buenos días Cuñadagi!”

“Roier shhh!”

“Bom día Cuñadoier!” se escucha desde el otro lado de la casa, a lo que el mayor solo atina a cubrirse la cara con ambas manos y agacharse para no ser visto.

Dios.

“¿¡Lo ves!? ¡No hay problema!”

“Você acabou de ligar cunhada à minha irmã?!”

Siente las mejillas calientes contra sus palmas, aún cuando tiene una sonrisa tonta en los labios y el corazón le late frenético.

No te detengas nunca, por favor.

Se descubre la cara cuando el inconfundible sonido estático del reproductor de música se escucha.

Teme lo peor.

Y no se equivoca.

“¡Hoy! Conspiran mis suspiros, en contra de mis ganas cuando pasas y te miro…”

Se hace chiquito en su lugar, abrazando sus rodillas y recargando la cabeza contra el costado de su escritorio.

Quiere levantarse, gritarle que se detenga porque joder, su pobre pobre corazón es tan susceptible a él que no sabe cuánto más puede soportar.

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