|Marco x Lectora| Noches de invierno

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Narración: Tercera persona
Temática: Romance, Slow burn, Navideño

Noches de invierno
Marco «el Fénix»

Aunque el día había amanecido soleado y apenas habían pasado tres horas, el clima había cambiado de forma drástica en cuestión de segundos. El cielo antes despejado se había encapotado por completo, el viento gélido arreciaba y lo único que se distinguía en la distancia eran aquellas malditas luces de la isla a la que viajaban.

[Tn] se llevó las manos a los labios y trató de calentarlas soplando en ellas. Los dientes le castañeteaban y se le estaban durmiendo las piernas. A su alrededor, sus compañeros seguían moviéndose, indiferentes al cambio de temperatura, mientras ella se congelaba.

¿De qué estaban hechos esos piratas?

Habría vuelto a la habitación a ponerse algo de abrigo, pero toda su ropa estaba hecha para climas más cálidos. La prenda más abrigada que tenía eran una camisa de cuello alto y unos pantalones largos desgastados. Hasta la fecha, no había necesitado otra cosa que no fuesen pantalones cortos o vestidos.

Ya podría haberle avisado alguien de que Therma, a pesar de lo que su nombre sugería, era una maldita isla de invierno.

Era inútil. Por más que intentaba entrar en calor en cuanto se alejaba las manos de la cara, volvían a helarse de nuevo. De todos los climas posibles, este era, sin duda, el que más odiaba.

Resignada y con el fin de conservar el poco calor que le quedaba, dejó de intentar calentar sus manos y decidió abrazarse con ellas.

Por más que miraba, la isla no parecía acercarse.

—¿Por qué no vas a la cocina y le pides a Thatch que te prepare algo caliente?— [Tn] dio un respingo al sentir cómo algo caía sobre sus hombros, disminuyendo un poco su sensación de frío. Sorprendida, se giró y se encontró con la sonrisa de Marco.

Al verla tiritando, él y Ace se habían acercado a ver cómo se encontraba.

[Tn] observó la tela que ahora la cubría y su característico color morado. Tanto su dueño como Ace, iban sin camiseta, como si fuesen incapaces de sentir el frío.

—¡Eso es favoritismo!— protestó Ace. —¡A mí no me dejas tomar un descanso!

—Tú solo buscas una excusa para escabullirte, ella está helada. ¡Mírala! ¡Se le están poniendo los labios azules!

Inconscientemente, la susodicha se tocó los labios, como si solo con eso pudiese comprobar que tan cierto era. Sin embargo, tenía las manos y la cara tan entumecidas que no sintió nada.

—Tampoco hace tanto frío— expuso Ace, mirando a sus compañeros. La mayoría se habían cambiado de ropa por prendas un poco más cálidas y salía algo de humo cada vez que respiraban.

Izō, que estaba detrás de ellos limpiando sus pistolas, se rio ante ese comentario. Aparte de su habitual kimono de manga larga, llevaba una bufanda granate alrededor del cuello y unos guantes negros. Al parecer —y a diferencia del de los otros dos piratas— su termostato interno sí que funcionaba.

—Puede que tú no seas capaz de sentirlo, pero sí, Ace, lo hace— aseguró el samurái sumándose a la conversación. [Tn] agradeció tener un aliado.

Ace arrugó la frente y extendió la mano, comprobando el aire. A continuación se encogió de hombros:

—Si tú lo dices... Yo creo que Marco buscaba una excusa para prestarle la chaqueta. Siempre está consintiéndola.

—No es cierto— se defendió Marco. Como médico del barco era su deber asegurarse de que nadie caía enfermo.

—¿De qué estáis hablando?

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