Jin se paseó hasta la ventana de su despacho y miró las angostas calles que conducían a la explosión sensorial que era el Distrito Dong sin poder sacarse de la cabeza los ojos estrellados de Jeon Jungkook. Su naturaleza animal había percibido en él algo que no encajaba, que no estaba... bien. Y sin embargo, no desprendía el empalagoso olor de la locura, sino un delicioso y tentador aroma que no concordaba con el hedor metálico propio de la mayoría de los psi.
-¿Jin?
No tuvo necesidad de volverse para identificar a su visitante.
-¿Qué sucede, Taehyung?
Taehyung se detuvo a su lado. Con aquel cabello rubio y esos ojos azules podría haber pasado por un surfero a la espera de la ola perfecta. Salvo por el feroz centelleo de sus ojos. Taehyung era un leopardo latente. Algo fue mal en el vientre de su madre y nació siendo un cambiante en todos los aspectos menos en uno: carecía de la habilidad de cambiar de forma.
-¿Cómo ha ido?
-Tengo una sombra psi.
Observó a un coche que transitaba por la oscura calle, las células energéticas que lo impulsaban no dejaban rastro alguno de su paso. Esas células habían sido creadas por los cambiantes. Sin su raza, el mundo estaría sumido a esas alturas en un mar de polución.
Los psi se creían los líderes del planeta, pero eran los cambiantes quienes estabanen sintonía con el pulso de la Tierra, quienes veían las corrientes entrelazadas de la vida. Los cambiantes y algún que otro humano.
-¿Crees que podrás sonsacarle algo?
Jin se encogió de hombros.
-Es igual que el resto. Pero estoy en ello. Y es un cardinal.
Taehyung se meció sobre los talones.
-Si uno de ellos conoce la existencia del asesino, lo sabe el resto. Su red les mantiene a todos en contacto.
-La llaman PsiNet. -Jin se inclinó hacia delante y posó las palmas de las manos sobre el cristal, deleitándose con aquel frío beso.- No estoy seguro de que sea así como funciona.
-Es una jodida mente colectiva. ¿Cómo va a funcionar si no?
-Son extremadamente jerárquicos; no concuerda que a las masas se les permita el acceso a todo. No son democráticos en lo más mínimo.
El mundo frío y sereno de los psi, donde prevalecía la ley del más fuerte, era lo más cruel que él había presenciado en su vida.
-Pero tu cardinal lo sabría.
Siendo hijo de un miembro del Consejo, y una mente poderosa de por sí, era casi seguro que Jungkook pertenecía al círculo íntimo... Y Jin tenía toda la intención de averiguar lo que sabía.
-Sí.
-¿Te has acostado alguna vez con un psi?
Divertido, Jin se volvió finalmente para mirar Taehyung.
-¿Me estás diciendo que lo seduzca para sonsacarle la información?
La idea debería repugnarle, pero tanto hombre como bestia se sentían intrigados. Taehyung prorrumpió en una carcajada.
-Sí, claro, lo más seguro es que se te congelara la polla -Aquellos ojos azules centellearon con furia.- Lo que iba a decir es que no sienten nada en absoluto. Yo me acosté con uno cuando era joven y estúpido. Estaba borracho y él me invitó a su dormitorio.
-Qué raro.
Los psi solo se relacionaban entre ellos.
-Creo que para él fui algún tipo de experimento. Era un científico importante. Practicamos sexo, pero te juro que fue como estar con un bloque de hielo. No poseía vida ni emociones.