Tres🐆

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-No tienes esos privilegios.

Riendo entre dientes, Jin apartó la mano lentamente de su cabeza y él se apartó casi automáticamente. Se había acabado el recreo.

-Elegí esta tierra -dijo respondiendo a la pregunta anterior- por su proximidad a la naturaleza. Aunque la mayoría de los cambiantes lleva una vida civilizada, somos animal y humano en igual medida... llevamos la necesidad de vagar en libertad en la sangre.

-¿Cómo te ves a ti mismo? -preguntó-. ¿Cómo humano o como animal?

-Soy ambas cosas.

-Una de las dos debe dominar sobre la otra. -Concentrado, frunció el ceño alterando la perfección de su rostro.

¿Un psi frunciendo el ceño? Aquella expresión desapareció al cabo de un segundo, pero él ya la había visto.

-No. Somos un solo ser. Soy pantera y humano en igual medida.

-Creía que eras un leopardo.

-La pantera negra existe en diversas familias felinas. Es el color de nuestro pelaje lo que nos convierte en pantera, no nuestra especie.

No le sorprendía que él desconociese aquel dato. Para los psi, los cambiantes eran animales, sin distinción alguna. Ese era su error. Un lobo no era lo mismo que un leopardo, del mismo modo que un águila no se parecía en nada a un cisne. Y una pantera al acecho era una combinación de furia y peligro.

Jungkook observó a Jin cuando regresó al coche para coger su teléfono con intención de llamar a los SnowDancer. Aprovechando que estaba de espaldas a él se permitió el lujo de apreciar su pura belleza masculina.

Era simplemente... exquisito.

Nunca antes había utilizado aquella palabra, nada ni nadie le había parecido digno de él. Pero, sin la menor duda, Jeon Jungkook se ceñía a la definición.

A diferencia de la fría formalidad de los varones psi, él era pícaro y accesible. Y eso hacía que fuera mucho más peligroso. Había llegado a vislumbrar al depredador que acechaba bajo la superficie; quizá Jin se mostrara educado, pero llegado el momento de morder, se lanzaría a la yugular. Nadie llegaba a ser alfa de una manada de depredadores a tan temprana edad si no ocupaba la cúspide de la cadena alimentaria.

Eso no lo asustaba. Tal vez porque había visto lo que era el verdadero terror en el laberinto de la PsiNet, cosas verdaderamente atroces y viles, la naturaleza manifiestamente depredadora de Jin le resultaba tan grata como un soplo de aire fresco. Puede que hubiera intentado engatusarlo, pero en ningún momento había fingido ser otra cosa que lo que era: un verdadero cazador, un depredador por dentro y por fuera, un macho sensual plenamente consciente del efecto que causaba su sexualidad.

Él le hacía sentir deseo, le hacía sentir cosas brutales y salvajes que amenazaban con resquebrajar la máscara de frialdad que se ponía para sobrevivir y que era cada vez más frágil. Debería alejarse de él tan deprisa como se lo permitieran los pies. En vez de eso, se sorprendió saliendo a su encuentro cuando él regresó con un reluciente dispositivo plateado pegado a la oreja, mucho más avanzado que el invento original de Bell.

-Venderán por doce millones. -Se detuvo a un par de pasos de él y le indicó que tenía a los SnowDancer al teléfono.

-Eso es el doble de lo que vale esta tierra en el mercado libre. -No pensaba consentir que la intimidaran-. Ofrezco seis y medio.

Jin mantuvo el teléfono contra su oreja y cuando no repitió la oferta que él había hecho, Jungkook se dio cuenta de que el miembro de los SnowDancer que estaba al otro lado de la línea debía de haberlo oído. Era un recordatorio de que, a pesar de que su narcisista raza se consideraba el líder supremo del planeta, los cambiantes poseían poderes extraordinarios.

Cazador ✓ JinkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora