O9▕ ❝¿sólo te quedarás ahí, escuchándome llorar?❞

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Al abrir sus ojos con parsimonia, los rayos del sol se filtraron traviesamente por las ventanas, evitando las cortinas de seda que danzaban con la gélida brisa matutina. Su destino era claro: los párpados de un joven chico enredado entre las sábanas de una amplia y acogedora cama circundada por mantas aterciopeladas.

Seungmin se quejó con un gemido adolorido, seguido por otro al intentar moverse. Confundido y desorientado, sólo lograba discernir el pesado dolor en su espalda baja y el ardor en diversas partes de su piel. Una feroz punzada en su cabeza le hizo fruncir el ceño y emitir otro sonido, reposando unos instantes hasta acostumbrarse al entorno.

Parpadeó, tomando conciencia gradual de su entorno. Su corazón latía con fuerza al reconocer el tono claro de las paredes y la decoración meticulosa en cada rincón, mientras las feromonas acariciaban sus sentidos.

La cámara del monarca.

Fue entonces cuando notó los robustos brazos que aprisionaban su cuerpo, el pecho firme presionado contra su espalda y la serena respiración golpeando su mejilla debido al mentón descansando en su hombro.

Christopher.

No sabía qué hora era ni qué día corría; su última memoria se perdía en el tiempo, en su propia estancia, en una apacible mañana después de un baño reconfortante. De repente, un calor asfixiante en su pecho, hormigueo en su entrepierna, humedad brotando de él y la visión nublada de su alfa envolviéndolo entre sus brazos.

Detrás suyo, un gruñido soñoliento surgió del pecho del rey; acto seguido, sus brazos se cerraron con determinación alrededor de su abdomen y, tras unos momentos, un pequeño beso se posó en su nuca.

─Es una pena que tu celo haya llegado a su fin. ─Fue lo primero que dijo, con su voz ronca y áspera por el reciente sueño. Luego, hundió su nariz en la unión de su cuello y hombro, inhalando con fuerza. ─Y sigues oliendo tan dulcemente... mi lindo Seungmin, ¿cómo estás, mhm? Es una mañana preciosa, qué gusto.

Seungmin permaneció en silencio, la mirada perdida en algún punto de la habitación, su respiración pausada y tranquila.

Sintió a Christopher moverse; sus grandes manos tomaron su precioso y largo cabello negro en una coleta, acomodándolo a un lado de su hombro desnudo y depositando un pequeño beso allí. Luego, se situó sobre su cuerpo, sosteniendo con firmeza la parte interna de sus rodillas para tener control absoluto. Separó sus muslos y se colocó entre ellos, observando con descaro su entrada dilatada y enrojecida, esbozando una lenta sonrisa impregnada de orgullo y satisfacción.

Por inercia, y sin murmullo alguno de descontento, el endeble y esbelto cuerpo del omega se desploma a un costado, siguiendo el devenir de sus piernas, yace recostado de espaldas. El Alfa, arrodillado entre sus muslos, escudriña su mirada por el desnudo cuerpo.

Entonces, siente la punta del grueso y ardiente miembro adentrarse en él, extendiéndolo y provocando un gemido ahogado de sus labios.

─No hay que desperdiciar... por los dioses...─ Un gutural gemido detiene al mayor, aprieta los dientes y frunce el ceño ante la oleada de placer que recorre su ser─... lo abierto y dispuesto que estás, ¿verdad? Oh, Luna... eres el firmamento encarnado, amor mío.

Las grandes manos sostienen sus caderas, hundiendo los dedos en la piel pálida, delineando el hueso sobresaliente y manteniéndolo adherido al lecho.

Seungmin tiembla, apretando los párpados. Su cuerpo, tan sensible tras haber atravesado aquel periodo, magnifica cada sensación, desencadenando un torbellino en su vientre y un abrumador sentimiento en el pecho.

La marca en su cuello palpitó y le causó dolor.

─Hey, ¿qué intentas hacer? ─La diestra del mayor libera su cadera para dirigirse a su rostro y levantar su barbilla bruscamente. La sonrisa en sus labios permanece junto a la expresión de placer. Los ojos claros de Seungmin se abren de golpe ante la orden. ─Mírame. Eso es... mírame. No me pierdas.

"YoungBlood" ChanminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora