Capítulo cuatro.

1K 140 116
                                    

Nosotros

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nosotros

Me era muy sencillo mantener mis ojos puestos en su persona.

No soy alguien que se obsesione con facilidad, digo, pocas cosas llaman tanto mi atención como para admirarlas. Sin embargo, ella no tenía qué hacerlo. No tenía ni siquiera que intentarlo, fácilmente captaba tanto mi mirada como mi interés.

Supongo que ya lo notó. De hecho, creo que se dio cuenta desde hace varios minutos, pero no hizo movimiento alguno de evitarlo. Eso me tranquiliza, ciertamente, y me trae dicha emoción que se instala en mi pecho como si fuese natural.

Yo sé que ella lo sabe, todos lo saben.

¿Qué me detendría para no hacer algo al respecto?

Ah sí, que no quiero que todo vaya tan rápido.

Puedo esperar, soy muy paciente.

Otra de mis muchas cualidades.

Solté un largo suspiro que me encontraba conteniendo. Ella con rapidez detuvo lo que estaba leyendo y me miró. Su ceja se elevó.

Es gracioso que se enoje. En realidad, cuando tiene esa emoción a punto de gobernarla, sus labios se fruncen y sus ojos se entrecierran. Eso sin contar con que su pierna se mueve de arriba abajo, un gesto que aún no nota que hace.

Como en estas circunstancias cuando empieza a hacerlo.

De acuerdo, creo que debería concentrarme.

—¿Por qué no continúas? —le pregunté

—¿Para qué? De todas formas, no me escuchas.

—Te estoy oyendo perfectamente, ¿cómo crees que no lo haría?

—Estás desconcentrado.

Carraspeé, poniéndome recto en mi asiento

—Me disculpo —murmuré—. Pero no puedes pedirme simplemente que no me distraiga.

—¿Por qué no? —se encogió de hombros

¿Y lo pregunta enserio? ¿Qué no es muy obvio todo lo que provoca en mí?

Hace años lo admití en voz alta.

Me hipnotiza con facilidad.

Es la única persona que podría tener la posibilidad de cambiar todo lo que soy, simplemente si se le antoja.

Y que finja que me odia...

A mí me encantan los juegos.

Porque soy muy bueno ganando.

Me rendí, apretando mis labios

—Lo reconozco —me vi diciendo—. Tengo mi mente en otros asuntos.

Sonrisas en primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora