LIBRO 4. SAGA «COX»
La princesa Eloise también tiene muchas cosas por decir.
Es la presidenta del comité de eventos en su escuela. Siempre tuvo mucho talento para dar órdenes.
Tiene el mejor promedio en su curso. Siempre le ha gustado sobresalir.
...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Maratón 2/3
*
Es un reto
La única razón por la que había entrado al equipo de baloncesto, era por dos cosas. La primera por Eloise, y la segunda... por ver a Eloise.
Ahora que había cumplido con mi destino de ser su pareja para el baile, no veía por qué razón debía seguir fingiendo que me gusta este deporte, y sobre todo, las personas que juegan en él.
Con esto, quería decir que no valía la pena perder mi tiempo. Supongo que, debido a eso, este sería el día en que llegaría mi fin aquí.
O al menos así se los hice saber, cuando llegué usando ropa casual al gimnasio. El entrenador estaba por quedarse dormido, así que me acerqué a él y di un aplauso, de la nada, causando que se levantara de un tirón.
—¿Qué...? ¿Qué pasó? —miró de esquina a esquina
Suspiré, sentándome a su lado
—He venido a renunciar. —avisé
Este me miró, y entonces frunció el ceño
—¿Renunciar? ¿A qué?
—Al equipo —me encogí de hombros
—Ah... —suspiró, mirándolos en aquella estancia tratando de entrenar—. Bueno, no te culpo. Jamás había entrenado a un equipo tan malo.
—El problema es usted.
—¿Disculpa?
—Oh, nada —me puse de pie, sin ánimo de alargar más la situación—. Oí que tienen un partido este sábado al mismo tiempo que el equipo de futbol. Sí sabe que nadie vendrá a verlos por ver a los populares, ¿verdad?
No le dio mucha importancia
—De todos modos, perderán. Es mejor que no los vea nadie a que los vean todos.
—Bueno, tiene un punto —solté todo el aire de un solo golpe—. En fin, suerte.
Me dispuse a irme, sin embargo, su voz me detuvo
—Alto —llamó, haciéndome voltear—. ¿No eras el nuevo titular?
—Lo era.
—¿Y...? ¿De verdad vas a renunciar?
—Sí.
—Pero... ellos confían en ti.
—¿Acaso no los ve? —mi ceño se arrugó—. Se golpean entre ellos mismos antes de que alguno pueda tocar el balón.
Tal como lo mencioné, ambos giramos hacia el gimnasio, dándonos cuenta de cómo Tony le lanzó el balón a otro que terminó poniendo primero la cara en lugar de las manos.
