Capítulo cinco.

1.2K 140 126
                                    

Te veo mañana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Te veo mañana

Me encontraba más relajada, a comparación de la última vez. Claro, recuerdo que, gracias a ese día, por poco perdí lo que me había costado tanto conseguir.

¿Quién iba a decirlo?

Digamos que había aprendido a controlar mi ira, o por lo menos, la mayor parte del día.

El baile se llevaría a cabo en dos días. Chelsea no había hecho nada para arruinarme el momento desde aquella vez en la que me buscó, asegurando que me quitaría todo lo que tengo. Eso me tiene un tanto inquieta, pero con mi mente ocupada, me es fácil fingir que no sucederá nada.

Por lo tanto, me dediqué solamente a mirar de lado a lado, avanzando unos pasos con tal de confirmar que cada quien hacía su trabajo. Los miembros del equipo de baloncesto eran un asco jugando, sin embargo, eran útiles en cuanto a ayudar.

Los tenía colgando las decoraciones. Había dos escaleras medianas y una más alta que era la que usaríamos para poner desde el techo aquella bola de luces.

¿Quién lo hará? No tengo idea.

O, creo que sí.

Ya que, pude ver con precisión cómo mi archienemigo indicó donde la movieran justo en el centro.

Se le veía concentrado, hablando con uno y con otro al respecto.

No pude evitar mirarlo más de lo usual. Digo, sin él todo esto no hubiese sido posible, y, a pesar de que sí odie admitirlo, lo cierto es que es un gran apoyo.

Ha seguido cada una de mis órdenes al pie de la letra.

Nadie me ha refutado al respecto o me ha dicho que está mal.

Eso quiere decir que, o está quedando perfecto, o prefieren no decir nada.

Sea como sea, ya es momento de avanzar. Eso me hace recordar que, mañana viernes es el único día que me queda para comprar mi vestido.

Sí, lo dejé para último minuto.

¿Me arrepiento porque es probable que la tienda ya los haya vendido todos?

En mi defensa, con todo lo que sucedió, ni siquiera tenía ánimos de asistir a nada. De verdad creí que no lo haría.

Y ahora...

—Eloise —me llamó alguien, miré hacia allí—. ¿Dónde ponemos la mesa?

—Oh —pensé a toda velocidad, observando el espacio. Terminé señalando hacia una esquina—. Justo ahí.

Me hicieron caso, llevándola a donde indiqué

Un suspiro cansado abandonó mi garganta. Sentí pasos viniendo hacia mí a lo que no me molesté en voltear.

Sonrisas en primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora