Alejandro Bravo.

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Si es que este día no podría ir mejor. Al fin había logrado sacar a Mangel de casa con la excusa de llevarlo a comer tacos. No es la mayor invitación de la vida pero, tacos son tacos y los tacos no se le niegan a nadie ¡Que los tacos son sagrados!

Tranquilamente hablo con él de un montón de cosas triviales. Miguel Ángel tiene algo, algo especial e inigualable por otros chavales que son mis amigos, siempre lo he sabido, desde que somos amigos que algo siempre me ha llamado la atención de él. Siempre tan atento y a la vez todo un cabrón, y aunque suene estúpido o masoca, es su lado cabrón el que más me agrada.

La verdad es que cuando decidimos vivir juntos... ¡Esperad! Estoy contado mi vida y ¡Siquiera he dicho mi nombre! Esto me recuerda aquella vez que hablé durante horas con una tía en una sala de espera, resultó que en todo ese tiempo supe todo de ella y lo único que no le pregunté era lo más importante; su nombre. ¡Jamás se lo pregunté! ¡Ni ella me preguntó el mío! ¡Que tontos!

Me quedo mirando sus ojos oscuros. Son tan tranquilos y risueños, la verdad es que son el perfecto -o casi perfecto- reflejo de él, si no fuera por lo tranquilo ya que el único momento en que este hombre está tranquilo es al dormir y eso que hace de todo dormido, habla dormido, se mueve dormido, babea dormido, si es que estoy seguro de que es capás de hasta freír un huevo dormido. Aunque pensándolo bien, aceite hirviendo y gente dormida no me suena tan buena combinación.

Sonrío como gilipollas al ver que traen los tacos ¡Oh placer de dioses! ¡Ven a mi boca! Venga, eso ha sonado muy gay, pero bueno, es lo que hay.

Luego de comer uno, dos, bueno, dejemoslo en tres... Para que mentir, cerremos el número con un múltiplo de cinco, el 125 por ejemplo. Bueno no, sólo 5 tacos, veo la hora en mi móvil. Es hora de llevar a Mangel a la cita. Sí, ya lo sé, soy el mejor amigo del mundo por organizarle una cita, lo sé, ya lo sé, no es necesario que me dejéis flores aunque si queréis hacerlo no hay problema.

Considerándolo bien, sí me merezco ese premio. Llevo años, repito, años, consertando citas para Mangel con tías buenas y amistosas. Y él siempre me mira mal cuando le ayudo... Que gilipollas.

-Qué me mirah tanto, Rubius- ríe con la boca llena de masa y guacamole. ¿Mirándole? ¿Me había quedado mirándole? Joder, eso explica porque la tía de la otra mesa siquiera me ha vuelto a sonreír desde que llegamos. Si sigo así alguien terminará pensando que soy gay o algo.

-No es nada. Sólo que estás devorando de tal manera ese pobre taco que su sangre guacamoleana que cayó hasta en la nariz- Y como siempre haciendo el gilipollas, tomo un taco y lo muevo sobre la mesa entonando una estúpida y graciosa voz -“¡Oh, Rubius, salvanos del monstruoso Mangel que quiere comernos!" ¿En serio Sir Fon Tacosqui? “¡Sí! ¡Rubius, salvanos de sus fauses!" Claro, Tacosqui. Los salvaré de sus fauses ¡Porque me los comeré yo!- Y acompañado de ahogadas y estrepitosas rías de Mangel me como el taco simulando que es te lucha por su vida taquil.

-Ereh un pringao'- dice entre risas mientras toma una servilleta para limpiarme de la cara los restos de “Sir Fon Tacosqui". Gran taco, mejor persona.

-Venga, mejor vamos al parque.- me levanto con cuidado y alegre a sabiendas de la divertida tarde que le espera a este parguelas.

Pago los tacos y a la hora de voltearme Mangel ya está fuera esperándome con una sonrisa de oreja a oreja. Sabía que si lo sacaba de casa estaría mejor, lleva casi un mes sin salir desde que cortó con su novia ¡Y aún no me dice el por qué!

-¿Vamos?- toma su chaqueta pansadola por sobre sus hombros por el frío que asecha y yo sólo asiento con la cabeza.

Después de caminar un rato por el parque ya es hora de que Mangel tenga su encuentro con la ojiverde de nombre Ignacia que conocí la semana pasada en el parque y que para qué mentir, en un principio quería que saliera conmigo pero mi amigo está más necesitado de compañía.

Camino tranquilo hacia el banco donde está sentada y le guiño el ojo en señal de que ya es hora de la cita y ella sonríe al ver a Mangel. Si es que es más mona, con una pequeña chaquetilla con una chapa de rillakuma y gorro de totoro, el mismo que llevaba en nuestro primer encuentro y que fue nuestro primer tema de platica.

-¿Qué te traeh entre manos?- cuestiona algo molesto mi Mahe.

-Nada... Nada malo- sonrío socarrón y él frunce el ceño -¿Te apetece jugar “¿Conoces a Mangel?".

-¿Qué? No, odio ese juego, yo...- pero antes de que pudiese hacer otro reclamo yo ya había tomado la mano de la pelicastaña y la había colocado frente a Mangel diciendo un rápido “¿Conoces a Mangel? Conocelo" y emprendiendo huida caminando rápidamente pero sin correr, como... ¡Como los soldados!

Sonrío al voltear y verlos converzar tranquilos en la banca que antes ocupaba la chica de piel blanquecina. Se ven tan monos. Joder, es en estos momentos cuando extraño tener a alguien a mi lado.

¿Cuánto ha pasado ya? ¿Uno, dos años desde lo de Catherine? Sé que lo nuestro nunca iba a durar pero todo iba tan bien, tan tranquilo y venidero. Hasta estábamos pensando en vivir juntos y todo.

Pero no, claro que no. Siempre debe suceder algo malo. Siempre tengo que meter la pata ¡Si es que Mangel me lo dijo! “No te pases de copas” ¿Y qué hago? ¿Pasarme de copas? ¡Claro que pasarme de copas! ¡Pasarme de copas y revolcarme con la primera tía que se me pasa por en frente! Y para empeorar el vídeo de mi borrachera termina en youtube ¡En el puto youtube! ¡Ni que yo fuera youtuber! Y de seguro si comienzo un canal nadie me vería, bueno, nadie y Mangel, Mangel si me vería.

Al momento de levantar mi vista ya me encuentro en la entrada del piso, si es que podré undirme en mis pensamientos pero siempre de una u otra forma termino en casa. Debe ser obra de Satán.

Espera, algo no concuerda. A ver, hay que pasar lista. Felpudo de “Entra si puedes", presente; macetero con la planta seca de Guille, presente; llave de repuesto escondida en el ladrillo salido, presente; llave de repuesto a la de repuesto por si algún gilipollas la saca y se olvida de devolverla, presente; tío pelinegro y bajito con cara de malos amigos, presente. ¡Aguarda un momento! Algo aquí no cuadra... ¡La planta de Guille no estaba seca!

Ah, ¡Y tampoco tenemos un tío bajito de adorno en la entrada!

-Mmm, ¿Seguirás tu camino o te pondrás a trabajar de adorno de entradas?- espeta relajando un poco su cara de “te sacaré las tripas y mataré a tus hijos que no tienes" pero conservando una cara de confundido.

-No, claro que no seré decoración hogareña pero, esta es mi piso- dijo resaltando el “mi” para, para qué sé yo, para joderle o algo. A la vez que ponía mis brazos en forma de jarra y finjiendo indignación.

-Pues yo voy saliendo de tu piso- sonríe algo socarrón y risueño ¿Cómo lo hace para combinar tales cosas? Socarrón y risueño, odioso y tierno ¿Qué viene después? ¿Malo y bueno? A la mierda la lógica.

-¿Vas saliendo? ¿Cómo has entrado?

-Soy amigo de Guille.

-¿Y también de Samuel, no?

-Mmm, no lo creo- ríe y rasca su nuca -pero ya debo irme.- dijo para emprender marcha.

-Espera, siquiera me has tu nombre- digo a la vez que lo tomo del brazo para que no se vaya -¿Dónde vas tan apurado? ¿Cita con tu novia?

-Me llamo Alejandro Bravo- dice sacándose de mi agarre y caminando rumbo a la salida -Y voy a mi trabajo, no tego novia- dice al apretar el botón del ascensor y una vez este llega se sube y mirándome grita- ¡No tengo novia, soy gay!

¿En serio acaba de gritar eso como si nada? Ah, por sierto, jamás me presenté -Yo me llamo Rubén Doblas.

4 chicos & 1 pisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora