Los amigos no se celan.

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¿En serio? Una de mis mejores partidas y el cabrón de Samuel me mata. ¿Qué se confundió? ¿Qué cree acaso que soy tonto? Nada de eso, Guillermo Diaz no se deja engañar, menos por un pringao' como Samuel De Luque.

Y como guinda de la torta, Mangel se va con Rubén a "quien sabe dónde" a hacer "quién sabe qué".

Por lo menos, Mangel me ha dadonuna idea antes de irse, ya que por ningún motivo planeo socializar con Samuel. Cojo el móvil y le marco a Alex. Él atiende con su animo de perros que siempre lleva y es tan típico de él, aunque al darse cuenta de que soy yo su voz se suavisa, buena señal.

Alex acepta contento la invitación aunque sé que llegará en como mínimo media hora. Suspiro resignado y me levanto del sofá.

Entro en la cocina y ahí mirándome esta Samuel. Siquiera me le acerco. Tan sólo vengo a por comida y con eso me iré. Abro el estante y veo las tazas, la mía y la de Lana, siempre limpias y ordenadas... ¡Lana! Sonrío al recordar que tengo una amiga más que puede acompañarme en nos momentos de soledad, mientras convivo con el enemigo, quien, por cierto, sigue observando cada movimiento que doy.

Saco mi móvil de mi bolsillo y le mesajeo para que venga. Sin poder evitar que una sonrisa salga a hurtadillas de mi boca y pintándose en mis labios.

-¿Con quién hablas?- masculla el enemigo desde su fortaleza al otro lado del campo de batalla. Ignoro sus intentos de comunicación dando pie a la guerra fría, consciente de que en cualquier momento puede tirarme una bomba nuclear.

Lana contesta rápidamente diciendo que llegaría en menos de lo que canta un gallo. ¿Soy el único ser viviente que se pregunta cuanto demora en cantar un gallo?

-Te hice una pregunta, Willy- repite.

-¿Te incumbe acaso?- toma, golpe bajo en el orgullo de Samuel de Luque.

-Claro, podría estar en riesgo ni café matutino.- una media sonrisa se planta en su rostro. Hijo de puta, si quiere jugar con fuego, se ha método con un pirómano.

-Nunca nadie te dio el derecho a reclamar un café matutino. Siquiera el primero- espeto fríamente logrando que la mirada de Samuel tiemble, un claro signo de que las defensas enemigas están cayendo.

-¿Qué? No puedes arrebatarme el lujo de un café matutino, es...- el timbre suena y estoy seguro de que es Lana. Salgo de la cocina rumbo a la puerta aunque lo oigo susurrar un "adictivo".

Le abro a la puerta a Lana ignorando las claras y nada dicimuladas insinuaciones de mi mejor amigo. Guillermo, estás jugando con fuego. Te vas a quemar y el único que estará mal serás . Repite una vocesilla en mi cabeza intentando que reaccione.

-¡Willy!- chilla Lana en su clásico y agudo tono. Me abraza y sonríe -

-¡Lana!- grito simulando la misma alegría que ella. Ríe y me da empujoncito en el hombro.

Caminamos tranquilos hasta el sofá comentando banalidades que se pasan por nuestras cabezas mientras la idea de que Samuel de seguro se ha enojado sigue merodeando por mi mente.

Hablamos un rato y ni Samuel, ni Alex dan señales de vida hasta que el móvil de Lana suena y ella chilla como si su vida depenciese de eso.

-¡Willy, mi conejo!- ah, hoy es el día de la llegada de su conejo. Esta chica ama a los conejos como nadie, algún día le regalaré un peluche de conejo... Espera, ya le he regalado peluches de conejos. Muchos peluches de conejos, MUCHOS. -Perdón Willy, pero me tengo que ir- dice bajito como si fuese una obligación estar acompañandome.

4 chicos & 1 pisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora