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Jihyo salió del gimnasio de la preparatoria, secándose el sudor de la frente después de un largo entrenamiento. Al cruzar la puerta principal, vio a Sejeong esperando con una sonrisa que no correspondía a su propio estado de ánimo.

—¡Jihyo! —saludó Sejeong, acercándose con entusiasmo—.aun está en pie lo de ir por un elote?-sonrio

—Hola, Sejeong. Claro, el elote aún suena bien —respondió Jihyo, sabiendo que un poco de tiempo y conversación podrían ayudar a aclarar las cosas.

Caminando hacia el puesto de doña Cuca, Jihyo y Sejeong pidieron sus elotes. Doña Cuca, una mujer amable y siempre sonriente, les sirvió con rapidez.

—Aquí tienen, chicas. Como siempre, disfruten —dijo doña Cuca, guiñándoles un ojo.

Después de disfrutar de sus elotes, Sejeong sugirió ir por unos helados. Jihyo aceptó, aunque su mente estaba en otra parte. Mientras caminaban hacia la heladería, Jihyo no podía dejar de pensar en Sana y los sentimientos que habían crecido entre ellas.

Al llegar a la heladería, Jihyo y Sejeong entraron y comenzaron a elegir sus sabores. Justo cuando estaban pagando, la puerta se abrió y entraron Sana y Tzuyu. La mirada de sorpresa de Sana al ver a Jihyo y Sejeong juntas fue evidente.

—Hola, Jihyo, Sejeong —dijo Sana, tratando de mantener la calma. Tzuyu, por su parte, se mantuvo cerca de Sana, su mirada pasando de Jihyo a Sejeong con desconfianza.

—¡Hola, Sana! —respondió Jihyo con una sonrisa que no pudo ocultar—. Tzuyu, hola.

Sejeong, sin embargo, no pudo ocultar su incomodidad y posesividad.

—Hola, Sana. ¿Qué hacen por aquí? —preguntó Sejeong, su tono ligeramente tenso.

—Vinimos por unos helados —respondió Tzuyu, su voz firme y protectora—. Como pueden ver.

La tensión en el aire era palpable. Sana y Jihyo intercambiaron miradas, sus sentimientos claros pero complicados por la presencia de sus ex y de Tzuyu, quien claramente tenía sus propios sentimientos hacia Sana.

—Bueno, creo que deberíamos irnos —dijo Jihyo, sintiéndose incómoda con la situación—. Fue bueno verlas.

Mientras Jihyo y Sejeong salían de la heladería, Sejeong tomó la mano de Jihyo, pero ella la retiró suavemente.

—Sejeong, ya te lo he dicho antes. Hemos terminado. No es justo para ninguna de las dos seguir así —dijo Jihyo, su voz firme pero amable.

Sejeong asintió, aunque su expresión mostraba que aún le costaba aceptar la realidad.

—Lo sé, Jihyo. Solo... me cuesta dejarlo ir. Pero entiendo —respondió Sejeong, su voz llena de tristeza y mentiras.

De regreso en la heladería, Tzuyu observaba a Sana con una mezcla de preocupación y celos.

—Sana, ¿estás bien? —preguntó, sabiendo que la situación había sido difícil para todos.

—Sí, solo... fue incómodo —respondió Sana, mirando por la ventana donde Jihyo y Sejeong se alejaban—. Pero gracias por estar aquí conmigo, Tzuyu.

Tzuyu sonrió, aunque su mirada traicionaba su deseo de ser más que solo una amiga para Sana.

En ese momento, Jihyo y Sejeong se despidieron, cada una tomando caminos separados. Jihyo sabía que su corazón pertenecía a Sana, y aunque el camino podría ser complicado, estaba dispuesta a enfrentarlo, todo valía la pena por sana. Sana, por su parte, también sentía lo mismo, incluso mientras Tzuyu hablaba, Sana fantaseaba que estaba con ella en una salida romántica llena de sus bromas y de sus frases sarcásticas que hacen a sana sentirse tan maravillada y embobada por La pelinegra.
Mientras que Tzuyu y sejeong estaban decididas a luchar por sus amores.



Mal nombre| Sahyo au-social media Where stories live. Discover now