¿Objetivo? Enamorar a Max (Chestappen)

Capítulo 1: Una jugada perfecta

Hello people!!

¿Cómo están? ¿Qué tal les está yendo esta semana? Espero que muy, muy bien ^^

¡Muchas gracias por su apoyo en el prólogo de esta historia! Cada leída, voto o comentario me emocionan un montón, se los juro que grito cada vez que veo que interactúan de alguna manera con mis fics ^^

Aviso que este capítulo es prácticamente puro smut, por lo que cruzaré los dedos para que no me lo borren ;'c

¡Disfruten! Y por favor, si les gusta la historia, no duden en hacérmelo saber para que así pueda llegar al alcance de más personitas hermosas ^^

Actualizado 13/06/2024

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Capítulo 1: Una jugada perfecta

El Gran Premio de Japón había culminado al fin, y la cálida noche en el país del sol naciente se desarrollaba con un particular encanto.

Max, tan exausto como satisfecho luego de su victoria en Zuzuka, se encontraba de pie en la terraza de su lujosa suite, contemplando fascinado la estampa del magestuoso paisaje nipón. El aire cálido traía consigo la fragancia primaveral y el aroma dulzón de las flores de cerezo, otorgándole a la tranquilidad del momento un encanto digno de inmortalizar.

Pero, de pronto, la puerta corrediza se abrió suavemente, revelando la aparición de un sonriente y atractivo mexicano, quien llevaba en su mano diestra una botella de champán y dos copas de fino cristal en la izquierda. Se aproximó con andar lento y deliberado, cada paso cargado de intrépida y silenciosa doble intención.

Sorprendido, Max se volteó hacia él, visiblemente desconcertado ante su presencia.

—Checo —emitió, cada palabra un susurro en la quietud de la noche—. ¿Qué haces aquí?

El aludido acomodó la botella y las copas sobre una mesa cercana, aventurándose a dejar una caricia fugaz con las yemas de sus dedos sobre el antebrazo de su compañero.

—Vine a celebrar contigo, campeón —le respondió, su voz profunda y aterciopelada.

Sus ojos marrones le miraron con picardía, esparciendo oleadas de rubor sobre las orejas y mejillas del rubio, lo que trató de ocultar desviando el rostro y aclarándose la garganta.

—Uh, gracias entonces —sonrió apenado, rascándose la nuca—. Pero dime... ¿Cómo entraste?

Checo sonrió juguetón, mostrándole una réplica de la tarjeta llave de aquella suite. Max se sorprendió, sus pupilas reflejando un creciente amago de incredulidad.

—¿Cómo la conseguiste? —quiso saber, entrecerrando sus párpados con aprensión.

—Soy muy persuasivo cuando quiero algo —replicó Checo, guiñándole un ojo en gesto coqueto.

Se acercó al rubio y le extendió una de lascopas, descorchando el champán en un movimiento hábil y vertiendo en esta parte de su contenido. Max, sintiéndose desconcertado, aunque de cierta forma halagado, trazó en sus sonrosados labios una discreta y cálida sonrisa, esperando a que el mexicano se sirviera una copa para sí mismo.

Sus ojos se encontraron, chispas de tensión encendiéndose a su alrededor. Max sintió a su corazón latir con fuerza dentro de su pecho, su amor por Checo reprimido bajo toneladas de objetividad y sensatez, burbujeando en sus venas como fuego líquido esparciéndose y quemando con furia bajo su piel.