La estridente alarma sonó a la misma hora que todos los días, 5:30 A.M.,el mismo sonido chirriante, ni un minuto más ni un minuto menos.
Shoyo estiró la mano y vió en su reloj de mesa la hora, el día, el mes y el año, y no pudo negarlo más; había regresado en el tiempo.
Hace dos días despertó totalmente agitado y confundido. Estaba en la misma habitación que cuando tenía 16 años, los mismos muebles,la misma cama, los mismos pósters de voleibol, era todo igual. Incluso pensó por un momento que todo aquello había sido solo un sueño. No, más bien una pesadilla. Pero se sentía tan real que el dolor no solo físico sino emocional era casi tangible.
Estaba tan abrumado por absolutamente todo que incluso faltó a la práctica de voleibol. Más que querer faltar simplemente lo olvidó, es decir, habían pasado más de 10 años desde entonces pero incluso si lo decía era difícil de creer. Diez años de dolor, de sufrimiento, de todo; se habían esfumado como si nada. No era muy inteligente pero hasta él sabía que lo que estaba sucediendo ahora, por más brillante que pudiera ser, simplemente no podría comprenderlo del todo. Vaya, no creía que si quiera el sabelotodo de Tsukishima pudiera asimilarlo.
Había muerto en una sala de hospital después de tener un aborto, su cuerpo ya no era como solía ser; sus piernas eran demasiado débiles, su energía se drenaba con el mínimo esfuerzo y su aura brillante y carismática se apagaba día con día hasta que se extinguió por completo. Simplemente ya no era él. Fue abandonado por un Alpha que ni siquiera le dedicó una mirada final. Le rompieron las alas, se las arrancaron pluma a pluma y lo dejaron desangrando. Ni siquiera en su nombre podrías haber encontrado lo que alguna vez fue el sol del Karasuno.
Los dioses no estaban del todo contentos con esto, pero tampoco es que les importara mucho es solo un humano entre ocho mil millones, un omega entre tantos. No tenían tiempo para lamentarse por el pobre cuervo pelinaranja que sufría. Todos decían lo mismo. Todos excepto una.
Niké no sabía exactamente el porqué le puso especial atención a este pequeño gigante, simplemente le entretenía verlo saltar, gritar y sonreír. No era raro que los dioses se involucraran con humanos, ha pasado en todos los tiempos y en todas las civilizaciones pero en el 99% de los casos había deseo de por medio, ella era parte del otro 1%.
No le interesaba Hinata románticamente ni sentía lujuria por él, simplemente le causaba cierta curiosidad su forma de ser y ver las cosas. Lo vió crecer y enamorarse del voleibol, entrenar duro, hacer amigos compañeros y rivales, celebrar triunfos y sufrir derrotas. Lo vió abrirse paso hacia la victoria y lo vió caer al vacío.
Vio como se enamoró y como aquello lo fue arrastrando al abismo. Le hubiera gustado acompañarlo durante más tiempo en el terreno de juego. Estaba bastante segura de que si tan solo nunca hubiera dejado el voleibol por un amor de papel lo habría acompañado en muchísimas más victorias.
Pero así son los humanos, cometen muchas estupideces todos los días. Se guían por los sentimientos y no por la razón, y sólo por eso es que siguen siendo simples humanos. Niké lo entendía mejor que nadie, como la diosa que es y lo que representa.
Aun así no estaba para nada satisfecha con el final que tuvo el pequeño cuervo omega.
Por lo que, por primera vez en su infinita existencia: intervino en el ciclo de vida de un ser humano.
Esperaba que esta vez fuera diferente y que pudieran acompañarse en más victorias juntos, así que lo devolvió a su primer año de preparatoria, justo después de calificar al torneo nacional. Además del renacimiento,no lo ayudaría de ninguna otra forma nunca se presentaría con él ni le hablaría al oído para darle sabiduría. Volvería a ser él contra el mundo. Sin embargo, existía la posibilidad de que volviera a elegir aquello y entonces Niké simplemente miraría a otro lado; ya no sería su asunto ni su problema y centraría su atención en otra cosa.
Asi son los dioses y así son los humanos.
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Después de renacer el cuervo se quedó con el zorro [AtsuHina]
Roman d'amourSobre un pequeño cuervo Omega que sacrificó su brillante y prometedor futuro por amor y al final terminó muriendo en una sala de hospital mientras la escoria Alpha se iba con la gaviota. Los dioses al ver el sufrimiento del cuervo le dan una segund...