Pez Muerto | hyunlix

Infierno

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Los días habían pasado, días en los que Hyunjin se mantenía sin siquiera adentrarse en la habitación en la que Félix siempre se encontraba, sin dar una pista de su paradero. Félix solo había logrado escuchar estúpidos rumores en los pasillos de algunas mucamas que pasaban por el lugar.

"El señor Hwang se encuentra en problemas."

Nada nuevo. Todo un puto lío.

Félix dejó descansar su cuerpo sobre el frío sillón de cuero y observó atentamente la habitación, que había cambiado de manera drástica. A diferencia de otras veces, ahora era mucho más cómoda y podía utilizar la enorme habitación para él solo. Sin contar que la jodida comida era deliciosa.

Dejó escapar un pequeño suspiro. Caminó lentamente hasta el baño, decidido a tomar una ducha. Dejó caer su atuendo en el piso, desnudándose frente al enorme espejo en la pared. Un leve suspiro se escapó de sus labios al ver múltiples marcas en su cuerpo, marcas hechas por los labios de Hyunjin.

Era claro, eran suyas.

Revolvió su cabello levemente y se adentró en el agua caliente. Quizás estaba encerrado en esas cuatro paredes, pero definitivamente era mucho mejor que su mediocre casa. Cerró sus ojos y se dejó llevar por la pequeña marea del agua.

Y entonces la puerta se abrió.

Un pequeño gemido salió de sus labios; Hyunjin se encontraba observándolo desde el otro lado de la habitación. Félix no pudo evitar sentirse como una presa ante su penetrante mirada.

—Debiste tocar antes de entrar —susurró Félix, tomando unas cuantas burbujas de jabón para posarlas sobre su cuerpo.

—Es mi casa, no le encuentro sentido a hacerlo, Félix —respondió Hyunjin, sin despegar su mirada del cuerpo indefenso. Caminó lentamente hasta él, siendo seguido por los grandes ojos curiosos.

Hyunjin se agachó a la altura contraria y tomó la barbilla de Félix entre sus manos. —¿Se te ha olvidado qué haces aquí? —susurró.

Félix negó. Él tenía muy claro lo que hacía ahí, en un lugar como ese.

—Quiero venganza —respondió firmemente, jadeando levemente ante el tacto de Hyunjin sobre su piel expuesta y sensible. Sus manos cada vez delineaban más su cuello. Félix se mantuvo estático ante la cercanía; los labios de Hyunjin estaban a tan solo unos cuantos centímetros. Y entonces, se alejó.

—Venganza... estupidez.

Hyunjin no lo besó, no lo besó desesperadamente como aquella vez.

—Hoy saldrás de aquí —Hyunjin se mantuvo de pie, observando atentamente la mirada sumisa de Félix—. Vístete acorde.

—¿A dónde iré?

—A medianoche habrá una reunión importante en el salón principal. Serás mi acompañante —la voz de Hyunjin fue firme y sin rodeos, dejando a Félix totalmente aturdido.

—¿Por qué ahora decide sacarme de aquí así? Es repentino —Félix sabía que se estaba arriesgando al preguntar, pero siempre valía la pena el riesgo. Por algo se encontraba ahí.

—No hay razón. No debes emocionarte; aún no olvido cómo arruinaste el asesinato del día anterior. ¿Sabes los problemas que eso me causó? —le susurró Hyunjin. Félix sintió cómo sus pelos se ponían de punta.

Félix mantuvo su cabeza baja. Y entonces aceptó. Si quería que Hyunjin aún le enseñara a asesinar, debía colaborar. Entonces aceptaría cualquier cosa.

—No tengo ropa en este lugar, sobre el atuendo...

—De eso me encargo yo —fueron las últimas palabras que salieron de los labios de Hyunjin antes de salir de la habitación.