6-El Arte del Viento

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La vegetación que me rodeaba era frondosa, con una gran variedad de flores y colores. El canto de las aves irradiaba paz. Las hojas de los árboles susurraban al viento, y un suave murmullo de agua corriente se escuchaba a lo lejos. Me encontraba en el singular patio de los Maethor, siguiendo la recomendación de Eldarion de practicar en un sitio rico en maná.

En estas últimas semanas, pulí mi técnica bajo la tutela de mi nuevo maestro.

"Tu viento es poderoso, joven pupilo. No obstante, es peligroso; debes tener una mente fría y serena al usarlo, solo así podrás dominarlo."

"Entiendo, maestro."

Una parte de mí se sentía insegura. ¿Podría realmente alcanzar el nivel de control que Eldarion esperaba de mí?

"Ya has dominado el control de los torbellinos, deberíamos pasar al siguiente paso."

Era cierto. En el lapso de tiempo que entrené con Eldarion, empecé a ganarme su confianza y mejoré enormemente el dominio de los torbellinos. Cada logro, por pequeño que fuera, me llenaba de una satisfacción que nunca antes había experimentado. Sin embargo, también sentía el peso de las expectativas de mi maestro y de mí mismo.

"Para poder lanzar un torbellino a tu adversario debes ser capaz de dividir el maná en dos procesos: la realización del hechizo y la posterior propulsión de este."

Eldarion creó un torbellino parecido al mío, pero no emitía calidez sino una extraña apatía. Posteriormente, creó una corriente de aire que transportó el poderoso hechizo a gran velocidad. El ruido era ensordecedor, me helaba la sangre. Al colisionar con uno de los troncos dejó una significativa marca, como si fueran las zarpas de una temible bestia.

"Este hechizo se llama remolino cortante. Para dominarlo deberás tener más disciplina que hasta ahora y una mayor concentración."

Entendía el concepto, pero no sabía cómo dividir los roles del viento, cómo podía controlar y modificar el maná de dos formas distintas simultáneamente.

"Si te estás preguntando cómo lograrlo, debes relajarte y escuchar al viento."

Crucé las piernas y medité por unos minutos, solo sintiendo el viento. Su susurro era ligero y relajante. Empecé a crear una pequeña corriente de aire en una de mis manos y traté de emularlo en la otra.

Los dos torbellinos se atraían uno al otro; no estaban actuando de forma independiente, sino que buscaban la unión.

"Estás tenso. Si sigues sin respetar el sagrado viento, este te reprenderá."

Era cierto. Debía relajarme; solo volviéndome energía podía lograr controlar el viento. Los dos remolinos se estabilizaron, ahora solo debía mantenerlos...

"Tu dominio mejora, chico. Ahora modifica el torbellino de la izquierda y conviértelo en una poderosa brisa."

Mientras en una mano mantenía el remolino imperturbable, en la otra este se desplazaba con fuerza, con libertad.

"Debo irme, chico. Sigue practicando hasta que vuelva, ¿entendido?"

"Sí, maestro."

Eldarion se despidió con la cabeza y se adentró en el bosque. Su figura seguía siendo imponente; sin embargo, no se debía al miedo, sino al profundo respeto que le guardaba.

Pasé las siguientes horas inmerso en el control del dominio del viento. En una mano, movía el viento con soltura, sintiendo su fluidez y respondiendo a mis gestos casi como una extensión de mí mismo. En la otra mano, concentraba el viento, condensándolo y densificándolo en formas específicas. Alternaba entre estos dos roles, perfeccionando los procesos independientes en cada mano. En una, la libertad del viento; en la otra, su concentración.

Me concentré en mantener ambos remolinos en equilibrio, ajustando constantemente mi enfoque y control. Sentía cómo el viento respondía a mis órdenes, cómo cada gesto preciso influía en la forma y la intensidad de los remolinos que creaba. Era un ejercicio de disciplina y concentración, de entender el flujo y la energía del viento en sus diversas manifestaciones.

"Vaya, papá te enseña bien."

"Así es."

Ashley trajo consigo un par de manzanas, pero esta vez no caería; no le daría las gracias antes de tiempo, ¡no señor!

"Traigo manzanas; después del entrenamiento debes tener hambre."

"Vaya, lo siento por desconfiar de ti."

Ashley no entendió mi mensaje y cruzó las cejas en una expresión de desconcierto bastante curiosa.

"En cualquier caso, ya no te pones rojo después de utilizar el maná."

"Tienes razón."

Me preguntaba si realmente no entendía la causa de mi anterior nerviosismo o si solo estaba jugando conmigo.

Nos comimos las manzanas fugazmente. Hoy estaban especialmente dulces y no tenían huéspedes.

"¿Dónde las has conseguido? Son aún mejores que la última vez."

"En el centro del bosque abunda el maná; por eso son más dulces."

Eso no lo sabía. En casa simplemente cogíamos las manzanas del huerto. Supongo que deben ser cosas de elfos.

"Ashley, ¿qué te dije de molestar a mi pupilo durante su entrenamiento?"

"Necesita reponer maná, y estas manzanas están imbuidas en maná."

"Entiendo, tienes razón. Si es solo eso, haré una excepción por hoy."

Eldarion solo aparentaba ser severo al inicio, pero rápidamente era doblegado y pasaba a ser cortés y atento.

"Alexander Frostgale, quiero verte mañana aquí, sin falta."

"Por supuesto, mañana dominaré el remolino cortante."

"No seas presuntuoso. Recuerda que el viento es caprichoso y solo atiende a las demandas de quien lo comprende."

Tenía razón. No debía confiarme por estos progresos. Dominar el viento era tedioso y requería dedicación constante. Aunque cada corrección de Eldarion era severa, sentía su genuino interés en mi desarrollo. Sus palabras, aunque duras, me enseñaban más de lo que cualquier otro maestro podría lograr.

A pesar de todo, me sentía extasiado por mis avances. Cada vez estaba más cerca de mi objetivo de convertirme en un gran mago del viento. Aunque sabía que el camino aún era largo y lleno de desafíos, con Eldarion como mi maestro, cada paso me acercaba un poco más a mi meta.

El Despertar de los HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora