JOHANNA del distrito 7

1.1 Miedo

Disclaimer: Los personajes de los juegos del hambre no me pertenecen.

Nota: Edición del fic "Johanna Mason no llora"

PARTE 1

TRIBUTO

1.1 MIEDO

Johanna miró a su amigo desde la cima de la pequeña colina, nunca había sentido tanto alivio en vísperas una cosecha, su nombre aparecería por última vez y el de su hermano había salido de la urna. Tendría dos años para relajarse hasta que su hermana cumpliera los doce.

—¡Hanna! —gritó el muchacho rubio para llamar su atención.

—Te he dicho un millón de veces que no me digas así. Mi nombre es Johanna, no Hanna.

El muchacho torció una sonrisa—. Veo que estás especialmente malhumorada esta mañana —dijo riendo, pero la mirada asesina de Johanna le borró la sonrisa—. La cosecha es mañana Hanna, no tiene sentido preocuparse hoy. Además, tu familia no pidió demasiada comida este año.

Johanna se encogió de hombros—. No estoy preocupada por mí, tú nombre estará treinta y siete veces ¿eso no te preocupa?

El chico rubio negó—. Tengo toda la certeza de que mañana no seré elegido y tú tampoco —alzó los brazos despreocupadamente—. El lunes estaremos aquí, hablando de lo horrible que es el trabajo y celebrando que no tendremos que asistir a otra cosecha por el resto de nuestras vidas.

Johanna lanzó un fuerte y largo suspiro—. Por el resto de nuestras vidas —sonrió—, deberíamos festejar después de todo, mañana también es tu última cosecha ¿No estas emocionado?

El chico alzó los puños—. Uy sí, me voy a perder la oportunidad de que me parten la cara para diversión del capitolio ¿Qué podía ser mejor?

Johanna rio—. ¿Partirle la cara a alguien?

—Oh sí, eso definitivamente suena mejor —dijo él golpeando al aire lo que logró que ambos rieran durante un momento, pero de pronto el chico volvió a recuperar la seriedad de su rostro—. ¿Cuántas veces esta tu nombre?

—Veintidós.

—Bueno —dijo él—, en realidad no es tanto —sonrió y señaló al camión ruidoso que se acercaba hacia ellos—. Ahí viene Blas.

—¡Sam, Johanna! —gritó un chico castaño desde la parte trasera de la camioneta—. ¡Muévanse!

Johanna y Sam bajaron la colina corriendo y se subieron a la camioneta, aún en movimiento, con ayuda de los trabajadores que ya se encontraban ahí.

—Dice Jean que no llegues tarde esta noche, quiere asegurarse de que el vestido no te quede grande o algo así —dijo su hermano encogiéndose de hombros.

Johanna atinó a asentir—. ¿Qué haremos hoy? —preguntó mientras la camioneta se insertaba cada vez más en el bosque.

Blas sacó una libreta pequeña de su chaquete y habló con voz fuerte para que todos en el cajón del camión pudieran escucharlo con claridad—. Nos asignaron la leña el día de hoy —dijo a los ocho trabajadores—, cada uno debe cubrir una cuota de 250 cortes y empaquetarlos —miró el cielo que estaba cubierto por la densa neblina matutina—, quizá llueva, así que intentemos hacerlo rápido.

Todos entendieron la tarea, pero nadie tenía ánimos de hablar esa mañana, Johanna se preguntó en que pensaban los trabajadores, seguramente muchos tenían hijos que mañana podrían ser seleccionados. El clima era frío, como cualquier mañana en el bosque, pero la sombra de la cosecha hacía el trabajo menos placentero de lo usual y la jornada laboral comenzó sin que su parlanchín hermano le dirigiera la palabra.