Capítulo 2: No Seas Raro.

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Megumi no podía creer lo que estaba viendo. Satoru estaba en el escenario del auditorio de la escuela, vestido con un traje de gato blanco gigante. Los estudiantes alrededor reían a carcajadas mientras Satoru hacía muecas y poses ridículas.

—¿Qué estás haciendo? —gritó Megumi, sintiendo cómo el calor subía a su rostro.

—¡Estoy ayudando al club de teatro! —respondió Satoru, haciendo una pirueta—. ¡Tienen una obra sobre animales y pensé que sería divertido ayudar!

Megumi deseaba desaparecer. No era suficiente con que Satoru ya lo avergonzara en casa; ahora también lo hacía en la escuela. Al final de la presentación, Satoru se quitó la cabeza del disfraz y se acercó a Megumi, que estaba cruzado de brazos al pie del escenario.

—Vamos, Megumi, admítelo, ¡fue divertido! —dijo Satoru, despeinando el cabello de su hijo adoptivo.

—Fue vergonzoso, Satoru —respondió Megumi, alejándose—. ¿Por qué siempre tienes que llamar la atención?

—Porque la vida es demasiado corta para no divertirse —respondió Satoru, con una sonrisa traviesa siguiendolo—. Además, ¿quién sabe? Tal vez te unes al club de teatro y descubres que tienes un talento oculto.

—Prefiero ser invisible —murmuró Megumi, pero una pequeña sonrisa traicionó sus palabras.

Lo cierto es que el albino estaba preocupado, porque sentía que Megumi era un friki antisocial.

Aun así, lo del teatro no funciono.

Una semana después del incidente del teatro, Satoru decidió que sería una excelente idea participar en el concurso de cocina de la escuela. Pero no solo como espectador, sino como equipo, junto a Megumi.

—No sé cocinar —protestó Megumi cuando Satoru le entregó un delantal con la inscripción "Súper Chef" en letras rojas muy llamativas.

—¡Por eso vamos a aprender juntos! —exclamó Satoru, sacando una bandeja de ingredientes de la despensa—. ¡Será una aventura culinaria!

Esto va a salir muy mal. Pensó el pequeño pelinegro.

Toda la tarde estuvieron practicando, desde cupcakes, hasta kimchi, nada salía como esperaban. Ese día cenaron cupcakes quemados con mucho dulce de leche. Al día siguiente el joven albino llevo galletas de mantequilla de maní a la academia, esas no estaban tan mal.

...

El día del concurso, el gimnasio de la escuela estaba lleno de puestos, cada uno con estudiantes y sus familias cocinando frenéticamente. Satoru y Megumi se instalaron en un rincón, con una montaña de ingredientes frente a ellos, ingredientes que tan solo minutos antes había comprado Ijinchi con mucha urgencia.

—Vamos a hacer sushi arcoíris —anunció Satoru—. Es colorido y divertido, ¡como nosotros!

—Yo no soy colorido ni divertido —replicó Megumi, pero comenzó a cortar los ingredientes bajo la supervisión de Satoru.

Todo iba bien hasta que Satoru decidió hacer un truco de magia con el cuchillo. En lugar de cortar el pescado, el cuchillo salió volando y cayó en el puesto vecino, causando un caos instantáneo. Los espectadores se volvieron para ver qué había pasado, y Megumi deseó nuevamente que el suelo se lo tragara.

—¡Ups! —dijo Satoru, con una sonrisa nerviosa—. Bueno, al menos nuestro sushi quedó interesante, ¿no?

Megumi no pudo evitar reírse. Aunque Satoru era una fuente constante de vergüenza, también sabía cómo convertir cualquier situación en algo memorable.

Por suerte, y después de una pequeña gran discusión con el papá del niño al que casi le cae el cuchillo en la cara, todo resulto bien... con mucho dinero y disculpas de por medio.

Un mes después

La feria de ciencias era un evento importante en la escuela de Megumi, y este año Satoru había decidido que iban a participar con un proyecto espectacular. Después de mucha deliberación, Satoru sugirió construir un volcán en erupción gigante.

—¿No podemos hacer algo más sencillo? —preguntó Megumi, recordando los desastres anteriores.

—¿Sencillo? ¿Dónde está la diversión en eso? —replicó Satoru, esbozando un plan detallado—. Confía en mí, esto va a ser épico.

El día de la feria, el volcán de Satoru y Megumi estaba en el centro de atención. Era enorme, con luces de colores y efectos de sonido. La multitud se reunió cuando Satoru anunció la erupción.

—¡Prepárense para la erupción del siglo! —dijo Satoru, pulsando un botón.

El volcán comenzó a temblar y, de repente, una corriente de espuma roja y amarilla salió disparada, cubriendo a Satoru y a Megumi, así como a varios espectadores cercanos. Megumi se limpió la espuma de la cara y miró a Satoru, quien, como siempre, estaba riendo.

—¿No te parece increíble? —preguntó Satoru, empapado de pies a cabeza.

—Definitivamente inolvidable —respondió Megumi, secándose con una toalla—. ¿Podemos irnos a casa ahora?

En el camino de regreso, Satoru intentó animar a Megumi con una serie de chistes tontos, y aunque Megumi trató de mantenerse serio, finalmente no pudo evitar reírse.

—De acuerdo, de acuerdo —dijo Megumi—. Admito que a veces es divertido. Pero solo a veces.

Satoru sonrió y le dio una palmada en la espalda.

—Ese es el espíritu, Megumi. La vida es mucho más divertida cuando te ríes de ella.

Mientras caminaban juntos hacia casa, Megumi no podía evitar sentir que, a pesar de todas las vergüenzas y las situaciones ridículas, tener a Satoru como su figura paterna no era tan malo después de todo.



Mientras caminaban juntos hacia casa, Megumi no podía evitar sentir que, a pesar de todas las vergüenzas y las situaciones ridículas, tener a Satoru como su figura paterna no era tan malo después de todo

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No seas raro Gojo.

Deja de Avergonzarme | Jujutsu Kaisen, Megumi + GojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora