Eres mi sueño, es más ardiente y más suave. Mi realidad más misteriosa y cercana, mi caricia intensa llena de inocencia sabia. ¿Es así?
Sí. Lo es. Un contraste adorable en su esplendor más explícito sutil. Una marca con labial tierna que llega a tu corazón y alrededor lo adorna de mí color con pequeñas perlas del amor, para terminar en un gemido que inicia en tus pulmones y termina en el exterior, dónde hago a tu boca decir palabras nuevas que indican el brote del paraíso en la cascada de nuestros cuerpos.
Te sorprende, ¿Verdad? Poder tener una frutilla de mí, lo sería. En un sentido emocional, y corporal, es lindo poder compartir a alguien mi jugo rojo. Uno que se desprende de mí núcleo y cae por mis muslos, uno que se desprende de mí corazón, y haces que se intensifique por mis venas. Algo natural. No quiero dañarte, quiero que compartamos los placeres que podemos darnos en cada pequeño libre goce que tengamos juntos.
Te admiro. Entre tanto en ti en un simple suspiro profundo y sensible que ya, al estar fuera, puedo admirarte de la misma forma que desde adentro.
Primero, lo común se transforma ante mi, mi aire creo el camino hasta a ti, hasta que rozó cada rasgo con delicadeza, con cuidado. Y en un poco de tiempo, pude rozar tus labios, hasta entrar. Recorrer tu alma hasta descubrir tu esencia en flote, y salir en un suspiro de tus labios. Sólo eso, así Paris se transformó ante mí, orgulloso te llevo del brazo, y Paris se arrodilla ante ti.
Gracias por dejarme estar, y compartir tu aire. Un beso.
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Me inspire en mi estudio del movimiento Rococó, y tomé mi interpretación de una canción de Sandro.
