Capítulo final: Pétalos de girasol

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Fue la primera persona que le ofreció té.

Dina, quiere decir.

Mientras su madre vivía, Levi no se relacionaba con nadie más. No recuerda muy bien cómo era entonces -ni cree que quiera hacerlo-, pero si tuviera que describir su infancia, diría que, en general, era bastante solitaria. Cierto. Qué sorpresa. Ni que tuvieran algo mejor que hacer, encerrados entre esas mismas paredes blancas y asépticas. Lo cual no era en absoluto culpa de su madre: ella también estaba encerrada allí, durante días enteros, sin apenas luz y algo de comer mientras mataban el tiempo juntos después del decimocuarto examen médico -o mejor dicho, tortura- que se veía obligada a soportar. Ella lo pasó peor que él en todos los sentidos, y eso no se discute.

Lo cual es mucho peor cuando Levi piensa en lo aliviado que se sintió al poder salir de aquel espacio cerrado, una vez que ella murió.

Ahora se le permitía conocer gente. Primero fue Kenny, su tío. Su sangre. Iba a vivir con él hasta que creciera lo suficiente como para vivir por su cuenta, aprendiendo lo importante que era la sangre para gente como él. Luego llegó Uri, que era más amable que Kenny. Levi prefería su compañía a la de su tío. Nunca se lo ocultó. Pero, bueno, Kenny también prefería la compañía de Uri a la suya. Sin rencores si era mutuo, ¿no?

Luego fue el turno de Zeke. Zeke era mayor que él y además, era más poderoso. Él haría su misión diaria recordarle a Levi que era mejor que él por derecho de nacimiento. Así que Levi se encargaría diariamente de que Zeke tropezara y cayera y llorara por su mamá todo ensangrentado y con las rodillas raspadas, tal vez incluso habiendo perdido un diente o dos.

Entonces llegó la mamá de Zeke. Pero no por él. Nunca haría tal cosa. Ella vino a conocer a Levi específicamente. Se presentó como su cuidadora, aunque Levi pensó que se suponía que Kenny era eso, pero en aquel momento no sabía lo suficiente como para discutirlo. Además, parecía amable y educada. Le llevaba té, incluso se lo preparaba. Era de ese tipo, un tipo muy extraño, algo que a Levi le pareció caro y único. Pétalos de girasol.

Era la primera vez que probaba el té. A Levi le gustó, le gustó mucho. Dina había suavizado la acidez natural de los pétalos con una cucharada de miel. Tenía... ¿qué edad tenía? No más de seis. Para él, sorber aquella taza de té en compañía de la amable señora que se lo había comprado era quizá el momento más feliz que había vivido hasta entonces.

Dina le había dejado beber en silencio, mirándole con un extraño orgullo. Había cogido la caja de té entre sus manos, había sacado algunos de los pétalos secos y los había esparcido sobre su blanca palma. Y luego le preguntó: "¿Sabes lo que son?" Levi negó con la cabeza y ella le dijo: "Son pétalos de una flor. Están muertos. ¿Sabes lo que significa estar muerto?" Levi había vuelto a negar. "Muerto es... cuando algo deja de existir. Deja de respirar y de ver. Sabes, estás pensando ahora mismo, experimentando cosas. Cuando alguien está muerto, deja de hacer eso para siempre, y entonces se ha ido, y nunca puede volver. Como tu madre. Tu madre está muerta. ¿Lo sabías?"

Levi no había dicho nada, pero lo sabía. Kenny había dicho algo parecido, aunque no había entrado en detalles. En realidad, Levi sabía que su madre había muerto, pero no lo que le ocurría a la gente cuando moría. Las palabras de Dina habían sido una horrible revelación.

Levi había seguido bebiendo.

"Esto es lo que vas a hacer, Levi. Hacer que las cosas mueran", había continuado explicando Dina, despreocupadamente. "Llamamos 'matar' al acto de hacer que las cosas mueran. Eso es lo que harás cuando seas mayor". Y luego había sonreído, enseñando los dientes blancos: "Matarás. Y también lo harás muy bien".

En cierto modo, Dina le enseñó mucho sobre la vida. Pero le enseñó mucho más sobre la muerte.

Incluso a través de las capas de lavado de cerebro y cumplimiento jodido que nublarían su cerebro desde entonces, Levi siempre se las arregló para no pensar en ella como una especie de figura materna.

El Azul - EruriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora