04: En cinta

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Max no podía dejar de gemir ronco, despertó sintiéndose muy caliente y una humedad rodear su necesitado pene, al bajar la vista notó como su Sergio estaba chupándolo viendo directo a sus ojos — ¡Omega!

Sacó la dura erección de sus rojizos labios tomándola con una mano sin dejar de masturbar — Buenos días, mi amor.

— Este si que es un muy buen despertar — habló entre jadeos bajando la mano hacia la sonrojada mejilla pasando el pulgar por los labios con rastros de presemen y saliva.

Sacó la lengua golpeándola con el rojizo y goteante miembro mientras gemía alzando el trasero, en ese momento fue cuando Max se percató de que su omega se estaba metiendo tres dedos sin dejar de chupársela.

— Quiero que termines en mi cara — metió a su boca lo más que pudo de ese grueso y largo pedazo de carne caliente, por toda la habitación se escuchaba el chasquido de la boca del omega trabajando en su alfa y sus dedos entrando y saliendo con velocidad dentro de si mismo.

—¡Checo! — no pudo aguantar más tiempo y se corrió con fuerza en la garganta y labios de su esposo.

— Sabes tan bien... — no dejaba que nada se le escapara, juntaba con la lengua cualquier rastro de ese espeso líquido blanco.

— Ahora es mi turno de hacerte venir — lo subió a su regazo y no perdió tiempo en quitar la mano de Checo y reemplazarla por la suya metiendo de una tres dedos, sus dedos eran más largos que los del omega.

— ¡Son tan largos! — gemía bajando más hacia los dedos que lo penetraban con fuerza.

— Disfruté como no tienes idea la chupada que me diste — hacia un gancho con sus dedos sin dejar de embestir cuando topó con un bulto y un grito fuerte dado por Checo le indicó que había dado con la próstata.

— ¡Ahí, alfa! — Max tomó con fuerza la nuca de Sergio acercándose iniciando un necesitado beso.

Unos cinco empujes más fueron necesarios para que el de menor estatura tuviera un potente orgasmo que le dejó las piernas temblando y los ojos en blanco.

El alfa lo abrazó dejando el rostro del omega en su cuello acariciándole los cabellos húmedos por el sudor — Lo hiciste muy bien, cariño.

Era un buen despertar en el segundo día de celo.


Era un buen despertar en el segundo día de celo

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