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El agua fría le ayudaba a despejar su mente, pero ahora aunque se bañase en las aguas del antártico no le ayudaría.

No sabe como sentirse, o mejor dicho, no sabe que es lo que está sintiendo ahora, enterarse de todo, saber que hay una gran posibilidad de que él y Gavi... No, no es posible, si eso fuera verdad, entonces él sería un monstruo al igual que esa mujer.

Dos meses atrás.

Marc nunca pensó ver ese nombre otra vez, estaba agradecido por lo que había hecho por él, pero Alex era parte de ese doloroso pasado que él con tantas ganas quería olvidar.

Pero al parecer su pasado estaba más cerca de lo que había imaginado.

—Marc... Muchacho me alegro de ver en lo que te has convertido, lamento tener que volver a verte, sé que no es algo grato, pero es importante.—Le había dicho por llamada un día.

Acepto ir a verlo, el hombre fuerte y poderoso que un día lo había salvado, ahora era un típico abuelo buena onda malcriador de nietos. Lo abrazo con cariño, una cosa es que le recuerde a su pasado, otra que no le tenga cariño.

—Ha pasado mucho tiempo, te ves bien Marc.

—No esperes que te diga lo mismo abuelo.

Ambos rieron; pidieron un café para los dos y se sentaron en la mesa más alejada, Alex suspiro pesado.

—Es sobre ella ¿No?—Pregunto Marc, sabía que en algún momento esa maldita mujer iba a regresar de alguna forma.

Alex asintió con la cara desencajada.

—Marc lo que te voy a decir es algo serio y tal vez te moleste o te haga sentir mal, pero... Cuando Margaret fue arrestada, tenía dos semanas de embarazo.

Eso lo dejo fuera de sí, quedo completamente congelado, no, ni siquiera quería pensar en la probabilidad.

—Alex, Alex por favor dime que no es lo que estoy pensando, por favor.

—No lo sabemos, Marc ella murió hace dos años en una pelea en la cárcel. Cuando nos dieron la noticia, tu estado aún era crítico, los doctores de Berlín decían que enterarse de algo como eso seria como el golpe de gracia.

—¿Qué pasó?

—Tan pronto dio a luz, el niño fue alejado de ella, por más que Margaret haya tratado de apelar para que el bebé se quedara con ella, ningún juez se lo permitió.

—¿Fue un niño?

—Así es, nació el 5 de agosto del 2005, fue llevado a un orfanato fuera de Alemania, había rumores de que la organización aún estaba de pie, y Margaret era la mano derecha, no querían que el niño fuera de alguna forma encontrado por ellos, por eso lo llevaron a un orfanato de España.

España, orfanato, 5 de agosto del 2005.

No, no, no, eso debía ser solo una coincidencia, no podía ser cierto.

—¿A qué orfanato de España?

—Sevilla.

Marc se levantó de su lugar, Pablo... No podía ser cierto que ese niño con ojos de cachorro, sonría resplandeciente... No podía ser hijo de ese monstruo.

—Supongo que ahora entiendes porque vine y porque era importante que supieras esto, nunca pensé que ese niño y tú se encontrarían, Margaret nunca nos dijo si ese niño era tuyo, pero había una gran probabilidad, en ese entonces no había una manera de saber, pero ahora están las pruebas de ADN.

—No, no quiero saber.

Presente.

El lugar ya estaba vacío, sus compañeros nunca iban a los baños del fondo, más si habían ganado, directamente tomaban sus cosas y se iban a festejar.

Pero unos pasitos lo sacaron de sus pensamientos.

—¿Marc?—La voz de quien le ha quitado sus horas de sueño, resonó por el lugar.

—Marc, ¿Estás aquí?

Cerro la llave del agua y se coloco una toalla, salió del lugar y se encontró con la espada del menor.

—Aquí estoy.—Sonrió al ver como Gavi se sobresaltaba del susto.

—¿Te sintes bien? No te vi después de que termino el juego, siempre te quedas a celebrar con los otros.—Dijo Gavi acercándose para tocar su frente.

Ese contacto era ya algo común en ellos, realmente no recuerda cuándo ni cómo empezó, pero cuando se dio cuenta, Gavi se preocupaba por él y el por Gavi, y fue inevitable caer.

Pero...

Se alejo sin decir nada; no era un buen momento, no con todo lo que había en su cabeza.

—Estoy bien cariño, ve con los demás.

Dijo para ir hacia el cubículo del baño de nuevo, Gavi no entendía el actuar del mayor.

—Marc, ¿Qué pasa?

—Nada.

—Per..-

—¡He dicho que nada!—El silencio retumbó en el lugar, el miedo que Marc vio en los ojos avellanas de Gavi le dio una sensación agridulce.

—Ah... Demonios.—Dijo para acercarse a su pareja y darle un beso, no era culpa de Gavi, nada era culpa de Gavi.

Corromper Donde viven las historias. Descúbrelo ahora