DESTELLOS DE INTRIGA

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Capitulo uno

La luz del amanecer apenas lograba colarse por las cortinas, pero yo seguía con la cabeza pegada a la mesa de la cocina. El frío de la superficie me resultaba casi reconfortante, como si pudiera borrar las imágenes que aún me perseguían desde la noche anterior.

Mi madre ya se había ido al trabajo, y la casa estaba en silencio, salvo por el murmullo del televisor en la sala.

No había podido dormir bien. Otra vez, él había aparecido en mis sueños. Su rostro era una sombra borrosa, pero lo sentía cerca, demasiado cerca. Siempre susurraba mi nombre con esa voz que hacía que el aire se congelara en mis pulmones. Y ahora, mientras miraba mi reflejo en la cuchara que no había usado para desayunar, solo podía pensar en cuánto deseaba que esos sueños se detuvieran.

De pronto, la voz de la periodista en el televisor captó mi atención:

"Esta mañana, se reportó la desaparición de una mujer de 25 años. Su nombre es Estelia Ávila. Fue vista por última vez saliendo de su trabajo ayer por la noche. Aunque no hay pistas claras, las autoridades temen que pueda estar relacionado con las desapariciones de hace tres años en nuestra comunidad."

Aquello me heló la sangre. Sentí cómo mi corazón comenzaba a latir con fuerza, pero la periodista siguió hablando. Su tono se volvió aún más grave:

"Como recordarán, hace tres años, varias jóvenes de entre 16 y 17 años desaparecieron sin dejar rastro: Mileidis Johnson, Isabella Williams y Juliana Brown. Aunque el presunto culpable fue arrestado y condenado, este nuevo caso ha reabierto viejas heridas. ¿Estamos ante un nuevo asesino? ¿O acaso la pesadilla nunca terminó?"

Mis manos temblaron. Había una pregunta que no podía sacarme de la cabeza: ¿Soy la siguiente? Sin pensarlo más, tomé el control remoto y apagué el televisor. No quería escuchar nada más. Las pesadillas habían cesado por un tiempo, pero anoche había vuelto a soñar con aquel sujeto... aquel hombre que casi logró convertirme en una de sus víctimas. Y ahora, justo hoy, otra desaparición.

Exhalé profundamente, intentando calmarme. Poco a poco, mis latidos volvieron a su ritmo normal. Miré el reloj: las 7:15. Era hora de irme a la escuela. Me levanté, agarré mi mochila y me dirigí hacia la puerta, pero me detuve un segundo antes de cruzarla.

¿Y si la periodista tenía razón?

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Quizá la pesadilla nunca había terminado en esta isla.

Coloqué los audífonos en mis oídos y busqué rápidamente mi banda favorita en el reproductor. El sonido familiar llenó mi cabeza, ayudándome a despejar, al menos un poco, los pensamientos que rondaban mi mente. Agarré mi moto y, sin pensar demasiado, giré el acelerador. El viento frío de la mañana golpeaba mi rostro, pero no era suficiente para borrar las imágenes que aparecían como flashes en mi mente.

El rostro de esas chicas, las que habían desaparecido, se había quedado grabado en mi memoria. Sus nombres resonaban junto con las palabras de la periodista. Mileidis. Isabella. Juliana. Y ahora Estelia Ávila.

No sé por qué, pero mi ojo derecho comenzó a molestarme. Siempre había sido diferente. Tenía una peculiar capacidad para captar colores de manera distinta. Más intensos, más vivos, como si viera un mundo que nadie más podía ver. No podía explicarlo; era difícil de descifrar. Desde que era niña, esa percepción singular había sido mi compañera. A veces la veía como un regalo. Otras, como una maldición.

Mi madre siempre decía que era un legado de mi padre, un hombre del que apenas conocía su nombre. Según ella, la enigmática mancha que cubría parte de mis ojos de color miel era una marca que venía de él, pero nunca quiso decirme más. Esa mancha… ese don o lo que fuera, siempre había sido un recordatorio de un origen que no lograba comprender.

OJO DE LOBO ✓(TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora