Entrelazados (Extra)

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(Este capítulo es básicamente una amalgama de varias de las ideas que tenía para los tropos de la semana y que fueron desechadas, notas extras al final)

Desde que llegó a este mundo, desde que los dioses, el destino o la casualidad aceptaron su existencia, se le impuso un trato con el hecho de que una vida sencilla jamás estaría en su camino.

Nació como Omega masculino en un mundo donde la mayoría de estos siempre eran femeninos, nació sin Quirk en un mundo donde la mayoría lo tendría, nació sin una marca de alma gemela en donde tenerla era ley. Fue rechazado gentilmente por todo, pero estaba claro que darse por vencido jamás sería una opción y ahora estaba más convencido de eso que nunca.

Su más grande sueño era ser un héroe, aspirar a proteger a otros y darles esperanza con una sincera sonrisa, hacerles sentir seguros con su presencia y proteger los anhelos de esas personas, manteniendo la paz. Era ambicioso sin duda, pero por sus condiciones, la sociedad le hizo saber que eso no importaba, él no era nada y nunca lo sería.
Tener que entender eso siendo un niño era duro, pero también le permitió poner los pies en la tierra y aprender a observar.

Conocía mejor que nadie a aquellos héroes con grandes poderes, conocía cómo funcionaban sus habilidades, aquello que los hacía especiales y aquello que se esforzaban por ocultar. Aprendió a soñar y con eso pudo soportar cualquier cosa que le viniera enfrente. Sus objetivos eran más grandes que la gente cruel, en un mundo falso y violento.

"Eres un error, los Omega nacieron para procrear."

"No puedes ni protegerte a ti mismo, ¿cómo pretendes proteger a los demás?"

"Lo siento mucho, hijo."

"Ni tu propio destinado podrá encontrarte seguramente, nadie podrá quererte."

"Eres un simple 'Deku'."

Esas palabras se marcaron en su mente y su piel durante años. Cuando más pensó en rendirse y dejar atrás cualquier aspiración, la vida también le mostró que puede tener más.

Su mayor admiración, el mayor héroe de todos, "All Might", le dio una oportunidad, le dio su poder, se volvió su sucesor. Era la mejor cosa que le podría haber pasado.

Entrenó día y noche, desgastó y llevó al límite todo su ser, pero finalmente fue digno de recibir aquel poder. Dolía usarlo, pero podría con eso después de soportarlo todo.
Encontró gente que lo respetó al unirse a la mayor academia de héroes del país, encontró gente que lo veía como su igual, gente que tenía fe en él. Todo eso era lo mejor de lo que jamás pudo imaginar, pero el destino amaba recordarle su trato.

Había hecho las paces con que posiblemente nunca encontraría a su destinado, a su alfa, aunque tal vez así era mejor. Nunca podría darle hijos, nunca podrían encajar posiblemente, tal vez ni siquiera existía un alfa para él y podría encontrar el amor de otra manera, pero toda aquella barrera hecha para protegerse a sí mismo se destruyó cuando vio esos ojos por primera vez.
Eran rojos, un profundo carmín. La mirada que los contenía no era amable, estaba enojado, tenía tanto odio que parecía imposible que pudiera llegar a demostrar amor. Pero aún con eso, era la mirada más hermosa que jamás había visto, y en un solo segundo, aquella mirada lo encontró y supo que era con quien pertenecía.

El tiempo se congeló, todo en su ser le gritaba que había encontrado algo que siempre anheló sin saberlo, pero mientras eso pasaba, su conciencia lo hizo despertar en una pesadilla.

Estaba en un entrenamiento cuando un grupo de villanos atacó. Querían destrozar a su maestro, y aquellos ojos rojos que estrujaron su ser, pertenecían al líder de esa operación, un alfa de cabellos azules, piel pálida y seca, con manos alrededor de su cuerpo, así como una profunda aura de temor. Él era aquello con lo que debía enfrentarse para seguir sus aspiraciones, un enemigo a vencer, un enemigo que había por poco destruido con el tacto a una compañera y puesto en jaque a su profesor.

Shigadeku Week 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora