El pitazo del árbitro dio inicio al siguiente partido de la Liga Española, debutando el grupo F, apodado como "el grupo de la muerte".
Se enfrentaban los equipos de: Valencia CF vs FC Barcelona.
Quien tenía el balón era el equipo del Valencia que avanzó al campo contrario, liderado por Santana en la posición de delantero.
Dos defensas interfirieron en su recorrido, pero los pasó sin dificultad. Oliver avanzó dejando a sus compañeros encargándoles detener al jugador estrella del equipo rival.
Santana dio un pase y su compañero logró llegar hasta la zona de penal regresando el balón de regreso para que sea él quien ejecute el tiro.
—¡Entra!
Se preparó para patear aplicando fuerza en su pie derecho. La pelota hizo un giro en curva hacia la portería, iba muy rápido, el arquero no sería capaz de detenerlo. Santana ya casi estaba celebrando el gol, hasta Oliver aparece desviándola hacia afuera salvando el arco.
La hinchada grita eufórica, algunos celebrando y otros abucheando al japonés.
«¡Que buena jugada del japonés! Logró interceptar el balón en el último segundo antes de que entrara a la zona de gol».
Santana tenía una expresión de frustración y asombro. Jugar con Oliver era emocionante, le daba ese nivel de dificultad al partido. Mejoró sus habilidades sin duda. Ya no eran los mismos adolescentes de diecisiete años, ahora jugaban en ligas profesionales.
Limpió su rostro con la manga de la camiseta jadeando ligeramente y el árbitro reinició la jugada ahora con el equipo del Barcelona adueñándose del balón.
Esta vez el la tenía Gonzales. La banca de suplentes del equipo de Barcelona alentaron a sus compañeros, y el entrenador Eduardo gritaba las indicaciones a los jugadores que estaban en la zona lateral.
"¡Marquen a Santana para que Oliver pueda llegar!"
Ambos rivales estaban en excelentes condiciones físicas. La prensa brasileña estaba particularmente interesada en el enfrentamiento de aquellos dos que dejaron huella en la liga de su país. Ya conocían la historia entre el "Cybor del soccer" y el japonés, Oliver Atom.
cambió Desde la última vez que se vieron las caras en un campo de fútbol la manera de jugar de Santana, todo gracias a Oliver que estaba más emocionado de seguir creciendo en este deporte, enfrentándose a talentosos futbolistas del mundo.
***
Su avión aterrizó en la segunda mitad del partido. El enojo se le había pasado, aun así, seguía molesta con su padre que prácticamente la echó de la mansión. Pensó en su madre y en lo sumisa que actuaba frente a él.
Tuvo la sensación de que las cosas no estaban bien entre ellos. Algo muy fuerte debió pasar para que el señor de Oliveira la tratara de esa forma que le hizo dudar muchas veces del tipo de relación que existía entre ellos.
No tenía caso averiguar por ahora, bajó del avión, hizo todo el papeleo y encontró al representante de Santana; un hombre algunos años mayor que ella, de piel blanca y cabello castaño esperándola para darle la bienvenida con un ramo de rosas rojas.
Amelia las miró con indiferencia, ni siquiera se molestó en recibirlas y caminó directo al auto.
—¿Te envió porque no quiere verme o está demasiado ocupado para hacerlo? —no esperó a que el chofer abra la puerta haciéndolo ella misma.
—En realidad, juega un partido muy importante justo ahora —respondió entrando al auto.
—Ya veo —dice secamente.
—La llevaré al estadio, señorita —avisó el representante, sentándose en el asiento del copiloto e indicando al chofer que conduzca.
—¿Cómo te llamas? —pregunta ella, con total desinterés cruzando los brazos mirando a través de la ventana.
—Gabriel.
—Bien, Gabriel. Cuando termine el partido dile a tu jefe que se ahorre las rosas, faltaba más.
El mencionado recargó su cuerpo en el asiento regresando la mirada al frente guardando silencio.
Veinte minutos después el auto se estacionó cerca del estadio "Camp Nou".
Desde afuera podía oírse la fiesta del fútbol, a ella poco le importó y subió al elevador hasta llegar a la zona V.I.P junto a Gabriel que carga su maleta.
—Puedes irte. —Amelia se sienta en el sofá, apartado de los directivos y cruza una pierna encima de la otra con elegancia. Lleva puesto unos vaqueros, una blusa de marca y el cabello recogido con ayuda de un lazo a juego con la ropa. Su calzado son zapatillas deportivas, le gusta viajar cómoda cuando son horas largas. Revisa su bolso sacando un antifaz para dormir tumbándose en el mueble. Gabriel parpadea casi sorprendido por el comportamiento de la novia de Santana, sin mostrar el mínimo de interés.
—¿Va a dormir?
—Si. Llevo horas sin pegar los ojos. Los asientos de primera clase son un asco.
—P-Pero, ¿no verá jugar al joven?
Frunce los labios sacándose el antifaz. Intenta contestar, pero recuerda que debe morderse la lengua y aparentar que tiene una relación de ensueño con Santana; entonces finge una sonrisa.
—Tienes razón.
Camina hasta llegar a la ventana, el campo le parece demasiado extenso comenzando a buscar a su falso novio encontrándolo bebiendo agua cerca de la banca de su equipo. Sus ojos lo siguen con detenimiento mirando de pies a cabeza deteniéndose en su ancha y firme espalda.
«Santana, el hombre que finge ser mi novio», pensó con cuidado.
Pidió los binoculares al representante y este se los hizo llegar. Rápidamente lo acercó a sus ojos comenzando a recorrer la figura de aquel hombre, centrándose en su figura.
Lo miró y remiró por bastante tiempo hasta que una voz familiar la sacó de la realidad.
—¿Te gusta lo que ves?
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Corazones Atados #premiosadam2024
FanfictionAmelia De Oliveira es una joven de 24 años perteneciente a una de las familias más prestigiosas y adineradas de Brasil, dueños de una marca de ropa muy conocida en el país. Consentida por su madre, pero odiada por su padre, adquirió una actitud egoí...