Después del partido, Amelia se instaló en el piso donde Santana vivía junto a su madre.
La mujer pudo reconocer a la jovencita gracias a una fotografía que el presidente del club le dio a su hijo. Fue en su búsqueda y la encontró en la zona V.I.P del estadio mirando el partido con los binoculares. Obviamente, lo primero que pensó es que estaría buscando a Santana. Algo natural, ya que, ahora era su «novia».
—¿Con esto saldaste cuentas con Oliver? —preguntó la mujer desde la cocina, repartiendo las porciones de carne asada en partes iguales para los tres.
—Solo es el principio. —Santana ponía los platos en la mesa y después los vasos. Antes de que su madre intentara cargar la bandeja con la comida, él lo hizo por ella y se sentaron en el comedor.
—Deberías llamarla para que cene con nosotros —recomendó, la madre del futbolista. Santana miró el fondo del pasillo con frialdad y levantó un poco la voz.
—¡La cena está lista!
En la habitación, la chica doblaba la ropa e iba guardándola en el clóset. La habitación era modesta y estaba acondicionada para ella, un detalle muy bonito a decir verdad.
Algunas prendas de marca se arruinaron cuando su padre tiró las maletas, en el momento que la sacó de la mansión.
Había llorado durante el vuelo. No se notaba, pero la madre de Santana se dio cuenta del ligero color rojizo debajo de los ojos. No tenía la menor intención de platicar con los dos extraños.
A estas alturas perdió el control de su vida y, quien podía decidir qué hacer eran los dueños de la marca, ejecutivos y socios de su padre.
Oyó la voz de la anciana, no le tomó importancia y continuó desempacando sus cosas.
—¿Vas a cenar? —La voz masculina de Santana la sacó de sus pensamientos. Había entrado sin tocar y la encontró de espaldas guardando sus pertenencias en el clóset.
—No tengo hambre —respondió secamente, sin molestarse en mirarlo. Él solo suspiró y entró a la habitación. Se sentó en el sofá cerca de la ventana que estaba del lado derecho con vista a la ciudad estudiando a la chica que parecía arrogante.
Ningunó dijo una sola palabra. Amelia continuaba guardando sus cosas mientras que Santana la miró en silencio.
Podía sentir sus ojos sobre ella. Estaba acostumbrada a la intimidación, pero la sensación que le producía la presencia de aquel joven le estaba poniendo de los nervios de punta.
Llegó el momento en que se cansó, arrojó la un bolso de Chanel al piso y giró cruzando los brazos, con una mirada seria.
—¿Qué estás haciendo? —lo encaró.
Santana parpadeó una vez estudiándola con una mirada fría y calculadora.
—Trato de averiguar qué tipo de mujer eres.
—¿Parezco «esa» clase de mujer? —preguntó Amelia.
—¿A qué te refieres con «esa» clase de mujer? —inquirió Santana, sin ningún cambio en su expresión.
—Ya sabes. —Amelia ladeó un poco la cabeza y dio algunos pasos acercándose, caminando con gracia sonriendo de manera coqueta.—¿Crees que soy una mujer «fácil» ?
Santana se levantó del sofá mirando con ojos glaciares.
—Me pareces orgullosa —respondió, con un tono bajo dando un paso a ella. Entrecerró los ojos aproximando su rostro al de Amelia y susurró con voz grave—. Deja de ser jugar. La cena está lista. No seas descortes con mi madre.
Una vez dicho esto, salió de la habitación dejándola con la palabra en la boca.
—¿¡Pero quién se cree!?
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Corazones Atados #premiosadam2024
FanficAmelia De Oliveira es una joven de 24 años perteneciente a una de las familias más prestigiosas y adineradas de Brasil, dueños de una marca de ropa muy conocida en el país. Consentida por su madre, pero odiada por su padre, adquirió una actitud egoí...