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Los días iban pasando.

Ya hacia tres semanas que había llegado a trabajar a la casa de los Schwartz.

Katrina se había mejorado, aunque seguía teniendo malestares.

Albert asistía al colegio y luego, le enseñaba piano.

La casa la tenia limpia, y estaba pendiente de todo. Al poco tiempo, me había encariñado con Albert, lo veía como mi propio hijo y a Katrina la comencé a ver como una hermana.

A solo tres semanas había aprendido sus comidas favoritas, por lo menos a Albert le gustaba demasiado el pollo y a Katrina la carne de cerdo, y había aprendido a prepararlo como a ellos le gustaba.

Además, me atrevía a consentir a Albert con galletas, y salíamos a caminar cuando no tenía tarea. Prácticamente, habíamos empleado una rutina.

Mi estadía con Katrina hizo que me enterara que toca muy bien el piano y el violín, a parte de tener una estupenda voz, entonces, le propuse:

—¡Presenta la audición en el teatro!

Parpadeó.

—¿En público?

—¡¿Por qué no?!

—¡Nunca lo he hecho!

—Siempre hay una primera vez ¿no?

Katrina se lo pensó, carraspeando.

—Mi voz no esta al 100% pero no se me da vergüenza.

—¡Eres excelente! La gente tiene que conocer la voz que tiene.

Sonríe.

—¿Crees que me vuelva famosa?

—Tienes potencial.

Sonrío con más ganas.

—De acuerdo. Hagámoslo. Cantemos en el teatro—mordiéndose los labios, suspiro —. A Antón no le gustará nada.

—Él no lo sabrá.

Ella me miro indulgente.

—¿Tus cantas?

—No como tú

—Pero lo haces.

—Un poco. Ya sabes, tocar el piano hace que tu voz se afine.

Katrina asintió.

—Mi hermano era mejor en el canto.

—¿Tienes un hermano? —pregunta.

Me muerdo la lengua.

—Si. Murió.

—¡Lo lamento! —Katrina me mira.

—Siento que tu y yo tenemos muchas cosas en común.

—¿Te parece?

—Si. Nuestro amor por la música, a aparte que a las dos nuestros familiares han fallecido.

Asiento, desde ese punto de vista tiene razón.

—¿Eso es lo mas loco que has hecho?

—¿¡Que!?

—¿Cantar en el teatro?

Sonreí.

—Nunca he cantado en el teatro.

Ella pela los ojos.

—Pero como

—Tengo un amigo que trabaja allí, y me dijo que están haciendo audición para un solo. Y, tú eres buena.

—Oh Dios Jimin, no puedo hacerlo. No en este momento.

—¿Por qué no?

—Antón no está, y Albert, es mi responsabilidad.

Asiento.

—Además, estamos en guerra.

—En verdad eres buena, tu talento tiene que ser conocido —dije, entendiendo sus argumentos.

—Quizás, en otra ocasión.

—Sin embargo, hagamos algo, esta noche.

—¿Cómo qué?

—Salgamos un poco.

Katrina sonrío.

—¿A dónde?

—A donde sea—lo pensé un poco frunciendo el ceño —. ¿Qué te parece al cine?

Ella alza una ceja complacida.

—Me parece bien

—Iré por las entradas.

—Yo las pago —dijo ella.

—Bueno

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Notita: Mas capítulos para que tengan que leer este fin de semana. Un abrazo a todos.

~Lo Que La Música Susurra ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora