—¡Te dormiste! —se burló Katrina.
Tenia mucha razón, me había dormido casi toda la película. Básicamente, era una propaganda de régimen Hitleriano. ¿Cómo podían controlar el cine de esta manera tan cruel? Se supone que es un medio de diversión.
—Solo fue al final de la película.
—Te escuché roncar —se burló
Las dos nos embutimos en el auto donde Rock aguardaba junto a Albert, y después de una vuelta, nos estacionamos en un restaurante donde comimos un poco.
—¡Amo el chocolate! —comentó Katrina.
—¡Ya somos dos! —secundo.
—¡Somos tres!
Nos echamos a reír.
Albert me mira con ternura, tiene la boca llena de chocolate.
De repente, mi risa se desvanece cuando miro un cartel que dice: No se permiten judíos. Mis ojos se centran en ese cartel por un buen rato porque Katrina lo nota y voltea.
—¿Pasa algo? —dice.
—Nada —niego con la cabeza.
—Ese cartel te puso pálida.
La miro.
—¡No es nada!
—Ya. ¡Le tienes estima a los judíos!
Me quedo de piedra.
Katrina suspira.
—No te preocupes, no condeno a los judíos —dijo, en voz altamente considerable.
—Chiiii alguien puede oírte —miro a todos lados, gracias a Yahveh todos están concentrado en su plato.
—No estoy de acuerdo con lo que le hacen, al final, ellos son parte de Alemania.
Vuelvo a mirar a todos lados, preocupada a quien alguien nos escuche, era un gravísimo error hablar de Hitler en un lugar público.
—Cambiemos el tema ¿sí?
Katrina se ríe, le divierte verme con los pelos de punta.
—Okey. Háblame más de ti.
Parpadeo, al menos no quiero entrar en ese terreno de hablar de mí.
—¿Qué quieres saber?
—Todo.
Asiento, y pienso.
—Bueno, mis padres fallecieron y mi hermano también —digo una media verdad, al final, ellos abordaron el tren y desde allí, no supe nada de ellos. Prosigo —. Mi marido murió junto a mi hijo y
Ella agrandó los ojos.
—¿Tenias hijos?
Rayos
—Uno.
—¡Que sorpresa!
—Bueno, él también murió.
—Oh. Lo siento.
—Enfermó gravemente y falleció —mentí, recordando el disparo que le dieron en la cabeza. Cierro los ojos de golpe y se me ponen aguados los ojos. Katrina lo nota, porque me extiende su mano como consuelo.
—¡Lo siento mucho!
—No te preocupes, todo está bien.
Terminamos nuestro plato y regresamos a la casa. Albert se queda dormido y Katrina se encierra en su alcoba. Mientras yo, me quedo dando vueltas por la casa, no se porque se me había espantado el sueño y por mas que traté de conciliarlo, no pude.
Últimamente, había hecho amistad con Katrina, le había tomado cariño a pesar de tener un mes y una semana en esta casa. Me alegro que hubiéramos salido, siento que los lazos afectivos se fortalecieron.
Sonreí, me quedaría en esta casa hasta que la guerra se acabase y así poder tomar min verdadera identidad, mi verdadero nombre y gritar a voz populis mi origen.
Suspiré, mirando la ventana en medio de la oscuridad de la sala. Llevaba puesto un camisón claro que dejaba al descubierto parte de mis piernas, supongo que creí que no había nadie mas en la casa, ya que desde que estoy viviendo allí, nadie mas aparte de Katrina y Albert habitan la casa.
Entonces, me equivoqué.
Una sombra emergió desde la oscuridad de la sala.
Retrocedo, pegándome a la pared, en modo alerta.
—¡No pensé encontrarte aquí! —agudizo mi vista en medio de la oscuridad que avanza hacia mi y noto que es Rock.
—¡Dios Rock! Me has pegado un susto.
—Ya veo —dice, mirándome las piernas con descaro.
Me doy cuenta y siento que es hora de retirarme.
—¡Buenas noches, Rock! —digo, y paso por su lado, no obstante, me detiene, me toma del brazo con fuerza y me acerca a él.
—¿Por qué no te quedas? —inquiere, atrayéndome hacia su cuerpo. Trato de apartarme y zafarme de su agarre con fuerza, sin embargo, Rock es mas fuerte que yo y logra dominarme.
—¡Suéltame!
—Porque te vas tan rápido, si estas —me mira el cuerpo y siento una punzada de asco en la boca —. Si te ves deliciosa.
Vuelvo a moverme con mucha mas violencia, y él se ríe, apretando más mi brazo, lastimándome.
—¡Me duele!
Se ríe
—Entonces, compórtate.
Me quedo quieta, no soy capaz de respirar ni el mismo aire que él. Percibo el olor a alcohol que emana su boca y el miedo se apodera de mí.
—Si no me sueltas ahora mismo, gritaré.
Vuelve a reírse.
—¿Me estas amenazando?
—Solo te estoy advirtiendo.
Se carcajea. Y sus manos se posan en mi trasero.
—¡Que buen culo tienes! —dice, saboreándose los labios.
De inmediato, reacciono y le doy una patada entre las piernas, liberándome de su agarre. Rock se dobla y se toca sus partes adoloridas.
—¡Maldita perra! —me persigue, hasta que me alcanza en las escaleras y me empuja hasta que caigo de bruce. Mis manos amortiguan el golpe, sin embargo, admito que me lastime mucho. Rock trepa encima de mí hasta ubicarse en una posición de dominio. Lucho mientras me sube el camisón y rompe la parte de arriba dejando al descubierto mis pechos.
—¡Eso es lindo! —dice, en un tono tan lascivo que me da asco.
En un movimiento de defensa con mis manos, le rasguño el rostro y él se detiene a tocarse la zona afectada, mirándose la sangre que emanaba de allí.
—¡Maldita! —me golpea fuerte, que me quedo a merced de que puede tomarme cuando quiera.
Las manos ásperas de Rock me sujetan las muñecas y entonces, lloro. Sé lo que viene a continuación, se aprovechará de mí, creo que mi alma rota no lo soportaría.
Entonces
Escucho una voz aguda, ronca, autoritaria que dijo:
—¿Te estas divirtiendo?
*******
Notita: Nos vemos, un abrazo grande.
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~Lo Que La Música Susurra ~
RomanceBerlín 1944 Las melodías suenan. Jimin está tocando el piano con todo su corazón, de hecho, está tocando la última canción con la cual murió y resurgió de las cenizas como un fénix. Ha permanecido oculta de los alemanes que han estado en guerra, as...