Capítulo 2.

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El tiempo pasó hasta ser ya de noche. Urias había aprovechado para entrenar un poco a solas sus técnicas propias mientras el dojo estaba completamente vacío al llegar el inesperado visitante en la mañana. Y, habiendo entrenado y reposado casi toda la tarde, el pokemon lucha/siniestro se dispuso a hacer algo de comer para él y para el Samurott. Él hacía lo que podía con lo que tenia, o más bien con lo que sabía, Urias podía ser bueno para muchas cosas, pero cocinar no era una de ellas, por eso se mantenía a base de ensalada de bayas, agua y uno que otro producto que podía encontrar en las tiendas de alimentos, lamentablemente para él, como el pueblo estaba algo lejos, algunos productos más procesados a veces no llegaban a tiempo y se acaban demasiado rápido, condenandole a comer frutas y verduras constantemente.

Luego de cocinar, Urias se dirige al cuarto de invitados donde había dejado a Saito. Abre la puerta y se encuentra con el inconfundible sonido de sonoros ronquidos que parecían hacer estruendo en la habitación. Urias va donde él con cuidado y lo mueve un poco de forma suave sacándolo de su pesado sueño.

—¡¿Qué?! ¡¿Qué?! ¡¿Dónde?! —preguntaba el herido en la habitación intentando incorporarse con una obvia cara de dormido.

—Tranquilo, hombre. Ya es hora de cenar y te debo cambiar los vendajes. Ven a comer —indicó el Urshifu para después salir del cuarto apenas notó que su invitado inesperado iba a ponerse de pie.

Los minutos pasaron y Saito salió del cuarto vistiendo solo el pantalón ya que las vendas le cubrían el resto del cuerpo y cómo debían cambiarlas no le vio razón a ponerse el resto de la ropa.

—Parece que eres de buen dormir —comentó el inexperto cocinero de la noche mientras le servía una ensalada de bayas a su invitado en generosa cantidad.

—Disculpe, es que pareciera como si me hubiera quedado sin nada de energía —Saito soltó un pesado bostezo y se estiró quitando un poco la pereza de sí mismo.

Urias pone los platos de comida sobre la mesa y luego se sienta la frente de su invitado sorpresa. El ambiente estaba en silencio mientras se escuchaba el fibroso sonido al masticar las hortalizas.

—Disculpe que le moleste mientras come —inició Saito llamando la atención de su acompañante—. ¿Dónde se supone que estoy?

—Este es el reino del norte de la región de Lotshe. Siempre me ha parecido curioso que no se molestaran en darles nombres a los reinos como tal... Que flojos —respondió el anfitrión mordiendo un trozo de baya Aranja que le punto un poco la comisura de los labios al estar muy madura.

—¿Y sabe usted de qué reino soy? —indagó el extraviado Samurott.

—Por tu edad debes ser un extranjero de una lejana región llamada Hisui —explicó Urias—. Fueron traídos por el rey del reino del oeste para la guerra de cien días de hace quince años. Algunos de ustedes se quedaron en estas tierras luego de la guerra, aunque por eso tienen tan mala fama.

—¿Éramos muy malos en la guerra para pelear o algo así? —preguntó con algo de pena.

—Antes todo lo contrario, eran máquinas precisas y expertas en matar con sus espadas. Ustedes introdujeron el término "samurai" a estas tierras: guerreros entrenados y leales, capaces de todo para mantener el honor de quien consideraban su superior. Muy buenos valores decir verdad, pero estaban trabajando para las manos equivocadas —comunicó el Urshifu para luego dar una mirada minuciosa a su compañero en la cena en busca de alguna señal que le diera a entender que sabía que le decía. Pero en vez de ver alguna mala intención, solo vio confusión en su mirada.

—Como me gustaría acordarme de algo —expresó con tristeza y algo de melancolía.

—Creo que tienes algo en tu pantalón, ¿no? Puede que te dé alguna pista —indicó Urias señalando el lado derecho del invitado.

[PokeHistory] El oscuro arte del amor prohibido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora