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Al principio todo fue frio y doloroso, puede sentirse como la temperatura baja demasiado como para helar los huesos en solo segundos. No se siente nada, esta en una parálisis que le impide moverse, el dolor es insoportable y una mueca es lo que hace que su rostro se arrugue.

Solo hay oscuridad en ese lugar, se siente un frío que empieza a disiparse con rapidez, pues algo cálido comienza a acercarse y cubre su cuerpo con un calor dulce que le gustaría nunca apartar.

Pero debía despertar. Ya era un nuevo día. Debía seguir la rutina que ya tenía establecida. Se puede ver el cuarto, es grande y tiene espacio para la gran cama blanca donde duerme en esos momentos, se puede ver una mesa de madera con dos cajones y una pequeña lámpara. Hay dos puffs de color azul claro y uno de azul más claro como celeste, no hay ventanas y solo la puerta blanca que hay en el pasillo parecía ser la era unica salida posible. 

Luego siguió moviéndose hasta que decidió despertar, abrió sus ojos mostrando unos encantadores ojitos de color azul-celeste que se veían perezosos, parpadeó un par de veces para adaptarse a la poca luz que llegó a molestarle.

Al voltear su cuerpo y volver a acomodarse en la cama noto una humedad en las sábanas que provenía de ella y su entrepierna que mantenía descubierta, dejando que las pequeñas ráfagas de viento la tranquilizaran.

Finalmente se levantó y se sentó en la cama sin necesidad de taparse con la sábana, su desnudes y falta de ropa hizo que se abrazara a ella misma tratando de darse un ligero calor.

Bostezó y sacudió su cuerpo. Tomo impulso para bajarse de la gran cama y pudo sus pies descalzos sobre el piso, con pasos lentos se dirigió a lo que pareció ser otro cuarto, al abrirlo se puede ver un baño: Tiene un inodoro blanco, un lavabo del mismo color y una bañera.

Ella no duda en acercarse al lavabo y tomar del pequeño vaso su cepillo de dientes color rosa, colocar la pasta dental y empezar a cepillarse. Cuando termina escupe y se mira en el espejo, su cabello cada día más largo la hace sentirse bien y sus negros cabellos esconden sus pechos y pezones.

Sonríe y se dirige a la tina, abre uno de los grifos y tapa el agujero dejando que el agua caliente llene la tina, piensa en la noche anterior y como habían acabado las cosas, al terminar de llenarse cierra el grifo.

Al meterse el agua caliente la hizo sentirse mejor y agradable, pudo bañarse tranquila mientras tomaba la esponja color lavanda que él le habia obsequiado.

Se la paso por el cuerpo enjabonandose y limpiando sus piernas que habían sido unas de las partes más sucias que tenía por el momento, paso la esponja por sus pechos observando como para su edad eran demasiado grandes.

Según él era normal después de sus “accidentes” pero empezaba a creer que no era así, había veces en las que sus pechos la molestaban por su ligeramente gran tamaño pero para él eran perfectos sobre todo cuando se los metía a la boca.

Termino su baño y tomó la pequeña toalla de color blanco que coloco en su cuerpo después de secarse a medias su cabello y salió de ahí, ahora parecía dirigirse a la cama de nuevo.

Se seco el cuerpo lo mejor que pudo y volvió a sentarse en la cama no le preocupaba tanto que llegara a mojarla pues la mayoría ya estaba húmeda y pegajosa por la noche anterior.

Froto sus ojos y bostezó, aún deseaba dormir Pero sabía que si volvía a acostarse en esa cama se iba a ensuciar y el baño no habría servido de nada.

Se acercó a la cajonera y saco unos calcetines de color negro que se puso en los pies, al sentir la suavidad del algodón se paró y decidió tender la cama.

Quito las sábanas manchadas y húmedas de la cama, se agachó y de debajo de la cama tomó otra sábana y la coloco en la cama. Siguió tendiendo la cama con tanta normalidad que parecía ser una cosa tan común y corriente.

Estocolmo «Michikatsu Tsugikuni ó Kokushibo»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora