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La policía de Japón era bastante buena cuando se debía buscar a criminales peligrosos y famosos, sin embargo no siempre contaban con la tecnología o los recursos suficientes como para lograr capturarlos.

Eran bastantes inútiles si se debía encontrar a los criminales más peligrosos hasta ahora, y era bastante sencillo que una persona se perdiera y la policía no buscará porque no había pruebas.

Si. Era por eso que era inútil buscar a un criminal tan peligroso y rico como lo era Kokushibo en esos momentos momentos. Después de todo siempre se consigue lo mejor si te vuelves un peligro.

Él lo sabía bien. Por eso es que había podido lograr sus dos objetivos más personales hasta esos momentos, sus secuestros más importantes hasta ahora.

No siempre se preocupaba por los policías o por lo que hicieran pero era una muy mala señal que estuvieran interesados en un viejo negoció que había hecho con Muzan hace un par de años.

No sabía si preocuparse por eso pero el que esos policías estuvieran husmeando cerca de su viejo terreno era algo que no quería o debía dejar descuidado.

Muzan era un dolor de trasero que no quería soportar de ninguna manera así que lo mejor que podía hacer era resolver este asunto antes de que se volviera peor.

No había sido grave lo que había hecho en esos entonces pero si había sido un problema por el cual podría ser arrestado si lo encontraban algún día de estos. Lo más extraño era que la policía nunca había buscado antes en aquel lugar porque no parecía para nada algo peligroso o sospechoso y había sido esa la principal razón por la que había escogido ese lugar para hacer un par de trabajos.

El parque: Diversión infinita de Saot-sama, un lugar tan grande, hermoso y lujoso como problematico y actualmente aterrador debido a los acontecimientos pasados.

Irónico. Después de casi 20 años investigaban lo que había ocurrido en aquel parque de diversiones tan lleno de alegría antes de que él llegara y el parque cerrará. Había sido él mejor lugar para cazar que había tenido en su vida, desde padres que perdían a sus hijos en las atracciones hasta niños menores de 4 años perdidos y llorando en los baños.

Niños de los que muy fácilmente pudo deshacerse sin ser visto, tan facil y rápido que hasta día de hoy no se lo podía creer. Mocosos molestos e irritantes que detestaba con creces cada vez que los veía pero la satisfacción de la sangre en sus cuerpos había sido un toque mágico, el como sus brazos y piernas se soltaban de ellos con tanta facilidad como títeres sin las articulaciones bien acomodadas, sus lágrimas suplicando piedad y rogando que sus padres aparecieran para salvarlos del monstruo que veían, dulces súplicas y plegarias junto con los ruegos y gritos eran lo que mejoraba su estado de humor en aquellos días que no sabía ni bien que estaba haciendo.

Recordar esos viejos tiempos le gustaba bastante, en realidad lo calentaba en ciertas maneras a pesar de todo. Era la sangre lo que llegaba a motivarlo para continuar asesinando a los pequeños, eran los tonos tan dulces y agudos junto a los pequeños cuerpos llenos de sangre y heridos lo que le llenaba de felicidad y gusto, esos ojos tan tristes y angustiados con ese brillo tan característico al llorar eran lo mejor y lo mas dulce que había.

Era un deleite tan único y especial. Un show solo para él y hecho por él. Tan grotesca y sangrienta como solo a él le gustaba.

Pero eso ahora era algo no tan importante porque había dejado ese lugar luego de su último acto que pudo haber dejado una huella para policía y por eso se había preocupado en esos años, sin embargo ahora no tenía sentido que volvieran a escabar en sus viejos terrenos porque hasta para él no había algo ahí.

Confundido por aquello suspiro frustrado y se llevó a la boca el vaso con ron que tenía a su lado, talvez sus tesoros se enojarían con él por beber a esas horas pero no era tan grave el problema.

Con todo eso, se dispuso a realizar un par de llamadas importantes. No podía ignorar el hecho de que la policía estaba más cerca de él de lo que quería admitir y por eso debía averiguar algo sobre la policía y sabia mejor que nadie como lo haría pues tenia un viejo amigo que le debia algo que aún estaba pendiente y ahora que necesitaba esa información podía pagarselo.

Y ahora, si tenía suerte, podía encontrar algo más. Siendo sincero también le gustaba acosar aunque fuera un poco más complicado que solo atacar y matar.

En esos momentos no quería más dolores de cabeza ¿Y como se quitaba los dolores de cabeza? ¿Con coca? Si claro, pero también podía calmarse llendo a su sótano con una sexy quinceañera y un culon niño para pasar un rato caliente como en viejos tiempos, un sexy trío.

Ya luego podía pensar en la policía y su raro rastro pero por ahora tenía un problema que atender con semejantes placeres a solo metros bajo su suelo, ya luego hablaría con Muzan sobre esos odiosos policias y su estupido jefe de departamento.

Quería esto para el mismo, iba a encargarse personalmente de que esos idiotas estuvieran muertos luego de todos los acercamientos que habían tenido y que lo estaban jodiendo de manera intolerante.

Después de todo, el oficial a cargo de reanudar esos viejos actos criminales suyos también era el responsable de que su piel ahora tuviera marcas rojas en su cara y clavícula.

Maldiciendo una vez más a esos cabrones abrió la puerta del sótano y bajo las escaleras pero al ver aquello no pudo evitar sentirse aún más caliente de lo que estaba.

Si definitivamente su sótano era todo un paraíso sexual, todo lo que podía desear y admirar en un solo lugar.

Su linda niña estaba sentada en el sofá con su camisa blanca grande mientras leía un libro que le había regalado cuando cumplió los 10 años de edad.

Tan linda y sexy como siempre. Y sin dudar se acercó a ella viendo cómo le sonreía mientras se acercaba, ella también sabía que era lo que quería cuando bajaba ahí.

Tan sexy para él, solo para él. Y fue mejor cuando Kaigaku apareció de su siesta, mucho mejor porque tenía muchas ganas de quitarse ese estrés.

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Estocolmo «Michikatsu Tsugikuni ó Kokushibo»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora