CAPITULO 2

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"Después de todo, está bien tener dinero mientras el dinero no le tenga a usted."- Dave Earley

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Fue alrededor de los 18 cuando mi ansiedad social se desarrolló dentro de mí. No fue hasta 3 meses después del incidente en el show de talentos que mi familia decidió que debía ir con un especialista. La primera vez que fui al psicólogo, mis padres me acompañaron en cada consulta durante los primeros meses. Y de eso han pasado ya dos años. Ahora me preparo una vez más para otra consulta, mientras recuerdo cómo fue mi primera terapia, donde el doctor les preguntó a mis padres cosas respecto a mi comportamiento desde que empecé mi adolescencia hasta ese preciso momento. Lo único que mi padre dijo fue un:

- "No pasamos mucho tiempo en casa, así que no sabemos mucho"

Y mi madre solo soltó un bufido de frustración, ya que había peleado una vez más con Liliana por mi culpa; o eso me recalcó todo el camino hasta aquí. El motivo de su pelea es que mi propia madre no quería acompañarme; lo sé porque la escuché cuando salía de mi habitación

- "¡Ella no es mi hija, Liliana! No después de que nos dejó en vergüenza. ¡Tú igual deberías dejar de considerarla tu hermana! Por eso, no iré a esa estúpida consulta."

- "¡Maldición, madre! ¡Ella es tu hija, ¿cómo puedes decir tales estupideces!"

- "¡Cuida tu vocabulario, señorita! ¡Estás hablando con tu madre!"

- "¡Pues no lo parece! Desde que empezaste a tener más dinero, has cambiado. Y como tú no la consideras tu hija, para mí tú no eres mi madre hasta que entiendas que el maldito dinero no vale despreciar a las personas. ¡Así que ahora, lárgate de mi habitación!- después de eso, solo se escuchó su puerta siendo golpeada."

Ambas se habían distanciado desde el show de talentos, y su primera discusión había sido por haberme dejado mientras me desmayaba. Mientras recordaba eso, mi madre al fin habló cuando el psicólogo les preguntó cómo me describirían

- "Siempre ha sido una persona inmadura que desperdicia su tiempo en cosas poco productivas. En pocas palabras, diría que es una inútil, una buena para nada u un estorbo".

Ese día, me limité a levantarme y contestar sin ninguna vacilación que se podían ir a la mierda antes de salir de ese maldito consultorio. Mentiría si dijera que al llegar a la casa no lloré hasta dormirme. Mientras yo seguía mi rutina sin objetar a sus órdenes y dejar que mi madre me insultara cada noche ya que había dejado de viajar. Podía escuchar a mi hermana llorar cada noche porque su pequeña hermana era tratada como una anormal por sus propios padres y ella no podía hacer mucho al respecto. Yo no podía ser la persona que mis padres querían para poder presumir ante sus amistades.

Y aquí me tienen camino a un lugar al que odio, pero al que debo asistir, no por ellos sino por mí, ya que no quiero ser la misma mierda que ellos, que dejaron a su hija pudrirse en la oscuridad y siguieron alimentando su desprecio por sí misma hasta considerarse el monstruo que ellos mismos le decían que era.

No tardé mucho en llegar al hospital, pero tocar la puerta que lleva por nombre "Psiquiatría" causó que todos en la sala de espera se volvieran a verme y susurraran. Me produjo una ansiedad que me hizo querer correr de ese lugar. No paso mucho para que saliera de la consulta en psiquiatría y me dirigiera hacia la puerta que ahora tenía por nombre "Psicología". Pasaron segundos antes de tocar. Sabía que debía hacerlo, no podía rendirme si quería poder tener una vida normal.

- ¡Bienvenida, Justy! -dice Kiara, interrumpiendo mi aturdimiento cuando me siento enfrente de ella. Mientras se acomoda en su asiento y ajusta sus gafas. Este es un hábito que ella tiene, cada vez que atiende a un paciente o alguien entra a su consultorio. Siempre me he preguntado el porqué de ese hábito, pues me parece interesante.

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