Comida

133 22 10
                                    

¡Hola! Siento la ausencia todo este tiempo, resulta que he estado ocupada y no sé si podré escribir en el verano. Un saludo a todos. 

No tengo ni idea de por qué la presencia de Alastor me hacía estar nerviosa todo el tiempo, tampoco sabía por qué el tacto de su mano era más suave que el de cualquier otra persona, tampoco sabía por qué nunca me había fijado en su hermoso perfil, ni tampoco por qué nunca había notado lo cariñoso que era conmigo. Pero me encantaba. 

-Alastor -dije mirándolo- yo... no voy a ir a comer al hotel, no me apetece ver a Vaggie ahora, ya le avisé de que me quedaría a comer fuera. Si quieres, puedes venir a comer conmigo, si no no me importaría que volvieras al hotel- dije algo avergonzada.

-Será un placer comer con usted, querida- dijo él animado- tendría que celebrar su embarazo, yo también tengo que celebrar un tema, puede que se lo cuente- dijo él acercándose a mi cara enigmáticamente. 

Tan solo mi corazón empezó a latir y mis mejillas se ruborizaron. ¿Cómo no? 

-Claro, ¿a dónde vamos? -dije yo algo nerviosa.

-Podríamos ir a ese de ahí- dijo señalando un restaurante bastante bonito que había al lado del hospital. 

-Estaría bien- dije con una sonrisa. 

Los dos entramos por la puerta de cristal y nos sentamos en una mesa. Yo agarré la única carta que había y empezé a leerla. Cuando ya me decidí por una lubina, la cual se leía muy rica, le pasé la carta a Alastor. Cuando lo hice mis dedos rozaron levemente los suyos. Por mi padre... ¿algo más? Sentía como mi corazón se aceleraba. MUCHO.

Yo miraba la carta, como tapaba medio rostro de Alastor, yo lo estuve mirando mientras leía. También me pareció tierno cuando movía una oreja. De repente Alastor levantó los ojos para mirarme a mí, y yo al ser descubierta tan solo pude mirar a otro lado para disimular mi rubor. 

Luego llegó un mesero, quien nos tomó el pedido y nos trajo una botella de vino rosado. Alastor sirvió en dos copas el vino.

-Bueno querida, te felicito por tu embarazo. Pronto estarás libre de deudas- dijo él alzando levemente la copa para brindar conmigo. 

-Gracias Alastor- dije con una sonrisa mientras chocaba mi copa con la suya y luego bebía. -Y... ¿Cuál era la noticia que igual me dabas? -dije entretenida.

-Ah, que yo también voy a tener un hijo- dijo sin anestesia ni nada. Yo casi me atraganté con el vino. 

Me sentí algo decepcionada. Alastor esperaba un hijo de una mujer, y esa mujer sería su pareja. Me sentí mal por dentro. 

-Pero no como te lo esperas querida, alquilé un vientre. Tan solo tuve que entregar mi parte- dijo él con las dos cejas levantadas mientras negaba con la cabeza. 

Eso me hizo sentir mejor, Alastor tan solo quería un hijo y por eso había alquilado un vientre. Solo eso. 

-¡Menuda noticia! Te felicito- dije sonriendo (algo forzadamente).

-Gracias querida- dijo él bebiendo un poco más de su vino.- ¿Qué hará al llegar al hotel, digo, con su pareja?

Que Alastor me recordara a Vaggie me puso algo seria. No quería recordarla. Ahora no. Ese no era el momento de Vaggie, era el nuestro, el de Alastor y el mío.

-Estoy decepcionada con ella, ya te lo dije. No quiero relacionarme más con ella. No me ayuda en nada y solo me da disgustos. Igual como amigas funcionemos mejor. Para mí, y para mi hijo.

-No veo fallas en su lógica, princesa- dijo Alastor dándo una sonrisa sincera. Algo que me hizo sonrojar al instante. POR MI PADRE. 

El mesero vino con nuestra comida. La verdad, me sorprendió el lugar, su decoración era preciosa, roja y rústica, me recordaba a él, a Alastor. Mi color favorito siempre fué el rojo, a decir verdad. Me sentía mucho más atractiva con ese color. Cómo no, Alastor se veía atractivo todo el tiempo, aunque siento que cualquier color le pegaría. Vaggie siempre se vistió de azul, blanco o de morado, yo siempre le dije que los colores rojizos eran preciosos y atractivos pero ella nunca quiso ponerese ninguna prenda de tal color escepto una vez, el día que se la presenté formalmente a mi familia como mi mejor amiga. Antes de que saliéramos. Se vistió de rojo, me pareció un conjunto muy bonito, pero tampoco tengo el recuerdo de haberla visto deslumbrante. Simplemente guapa. Y ahí estaba él, la persona en la que hasta ahora no me había fijado del todo. Ahora se por qué estoy en el  infierno. He pecado, me he enamorado del demonio de la radio. 

-Se te vé muy callada querida... ¿una conversación contigo misma, tesoro?- dijo él mirándome enigmáticamente. 

-No sé como puedes tener razón en todo- me reí, nerviosa. Me conocía a mí misma y estaba enamorada. ¿Por qué no sentí nada de esto al estar con Vaggie?

-Mmm, será por que intento parecerme a tí, querida- dijo él con una mano en la barbilla mirando el techo, como si estuviera pensando. Me encantaba esa parte de Alastor, un gran bromista. Lo que dijo tan solo me ruborizó hasta el dedo gordo del pié y me hizo reiniciar el Winows. Espera... ¿que había dicho?

-Parece que estamos en la misma situación, querido -dije apoyando mi codo en la mesa y poniendo mi barbilla en mi muñeca. 

Narra Alastor: 

¿Cúantas veces había dicho yo que nunca podría enamorarme? ¿Cúantas veces había dicho que era asexual? ¿eh? Pues nada, aquí estoy, en un restaurante acompañado de la mujer embarazada que amo y que tanto me ha hecho sufrir con su maldita relación. Todo esto es tan confuso. ¿Desde cuando como de la mano de la gente? No. Solo como de su mano. ¿DESDE CUANDO ME SONROJO?

-Parece que estamos en la misma situación, querido- dijo ella.

Hasta aquí he llegado. ME HA LLAMADO QUERIDO. Voy a enloquecer. Estoy más rojo que mi pelo. Pero no me pienso quejar. Ojalá el niño que tiene en ese vientre fuese mío. Ójala el vientre que he alquilado fuera el suyo. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 16 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Nos equivocamos de espermas, Vaggie- (Charlastor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora